A Ruben siempre le gustaron los programas periodísticos, deportivos y de interés general, pero sobre todo le gustan los que habilitan la participación u opinión de quienes estamos del otro lado.
Al conocernos en El preguntín de Todo por la Misma Plata a fines del año pasado entré en sintonía con él. Es que a pesar de la diferencia de edad (que tampoco es tanta) había algo que nos unía. Obvio, ambos somos oyentes del programa, participamos de sus juegos y admiramos a sus conductores. Pero si todo esto no existiera… ¿seguiríamos unidos?
Él comenzó a seguir a Andrés y Santiago allá por el 2010-2011 porque en 13 a 0 comunicaban de una manera distinta a lo que era habitual en las radios de esos años. Por ejemplo, recuerda que había tardes sin partidos y ellos la remaban desde las 14 a las 20 hrs “como unos campeones”. A eso se sumaban los espacios lúdicos, como el Preguntín.
En mi caso mis recuerdos con la radio se remiten a la niñez. Mi viejo fue uno de los creadores junto a Paolillo y Cotelo de En perspectiva y eso se ve que cargó mi mochila de radioescucha. Y de chica la señora que me cuidaba después de la escuela escuchaba radio Clarín con su “Música típica y folklórica para la Cuenca del Plata” por lo que me transformé en una oyente obligada. Después, ya por opción, me iba a la salida del liceo al apartamento de mi abuela Celeste en la calle Julio Herrera. En general el dial se clavaba en cx 14, El Espectador, pero también escuchábamos Utopías en cx 36 donde Hugo Castillo hacía preguntas que respondíamos juntas y eso me llevaba a ganarme libros cada dos por tres. Pero la 810 se escuchaba desde la mañana hasta la medianoche. Cuando apareció Dolina fue el sumun y antes de que la radio optara por repetir el programa en la tarde le regalamos un equipo de audio con grabadora de cassette para que ella pudiera escuchar al otro día lo que se había perdido por quedarse dormida. Así de fanáticas de la radio. A los 22, me fui a vivir sola a ese mismo apartamento y al poco tiempo armamos nido con Beto. Y la radio siguió sonando y así llegamos a 13 a 0. El 31 de julio de 2004 estábamos de ese otro lado cuando ellos nos contaron que había muerto Líber Seregni. Y fue como estar con ellos.
Anduve escuchando y leyendo entrevistas a Andrés buscando qué nos conecta, por qué con Ruben escuchamos Todo por la misma plata… La idea no es repetir ni insistir con cosas que ya todos sabemos pero sí hallar los intersticios que hacen que esto funcione.
Andrés arrancó en la radio como escucha, tal cual lo relata en la entrevista que en 2019 le hiciera Ignacio Martínez para la diaria. Al final del programa Fútbol y compañía Rómulo Martínez Chenlo hacía una pregunta y Andrés ganaba cada dos por tres por lo que iba seguido hasta la radio.
“Pero un día se me ocurrió hacer como un pequeño diario vinculado al programa, con chistes internos, y lo mandé. Me acuerdo de que ese día arrancaron el programa leyendo eso. El profesor me llamó y me dijo que quería que yo hiciera un personaje. Nunca me voy a olvidar de la frase que pronunció: ‘Obvio que no te lo puedo pagar’. Y ahí arranqué. Era una columna semanal de un personaje que en realidad era yo hablando. Se llamaba el Licenciado Uno, que hacía básicamente las mismas taradeces que hago ahora pero en 1995”.
Eso provocó un cambio en su trayectoria académica, dejó de estudiar Ingeniería en Sistemas y arrancó Comunicación cuando aún no existía la FIC. Lubo Adusto fue de los últimos personajes creados por Reyes y ya tiene casi veinte años. En 13 a 0 conocimos a otras criaturas, como el español Jordi y el relator Anelio Morgan, cada uno con su cosmovisión y formas de leer la realidad. Pero con Lubo en particular la gente tiene un vínculo muy especial, “como si el personaje existiera como persona, más allá de que yo no pienso como él”, dice Andrés.
En 2022, en Tapalo con radio entrevistaron a Andrés en el marco de los “100 años de radio”. Allí señalaron que fue en 13 a 0 “donde se forjó ese vínculo superespecial y superúnico que tiene Andrés con la audiencia y que es una característica central de los espacios que construye Andrés, que algunos son en radio, pero otros no”.
Seba Moreira también se interesó por el Andrés Oyente: “Porque esto, tu historia, tiene algo muy que es repetido en la radio, pero muy mítico y muy tierno también que es la del oyente que se hace lugar al aire.”
La rutina doméstica de la familia asociada con la radio también está presente en la historia de Andrés. Entonces ya ir aprendiendo qué programa viene después del otro o asociar momentos del día con la voz de determinado comunicador creo que se va incorporando a nuestro reloj biológico. Si bien arrancó escuchando deporte y relatos de fútbol fue la varicela la que determinó que a los 12-13 años Andrés empezara a bucear en otros contenidos radiales en el horario del liceo. En la entrevista con Sebastián cuenta que se enganchó con Subterráneo, programa de Daniel Figares y ahí percibió que la radio podía ofrecer más que música, información y fútbol. Y que el humor existía como posibilidad. No me sorprende saber que también escuchaba a Dolina y grababa algunas columnas como hacíamos con mi abuela.
Pero pasar al otro lado del mostrador tiene sus bemoles. O estás al aire o estás produciendo para salir al aire. Entonces la pasión del oyente no tiene tiempo para ser. A su vez, Andrés plantea que prefiere no contaminarse de lo que otros colegas hacen en su misma línea. Convengamos que a veces los chistes pueden ser los mismos pero el tema está en cómo nos los cuentan y también en quién nos los cuenta. Me parece que uno de los diferenciales no está ni siquiera en cómo ni en quién sino en que somos conscientes de que esa voz que sale por el parlante o el auricular busca a propósito estar con nosotros. Y la herramienta que elige Andrés y quienes le hacen compañía es el humor:
“Mirá, a mí lo que me mueve es usar el humor como un mecanismo, un puente, llamémosle, para decir algo, ¿no?”.
Pero este puente requiere que del otro lado haya alguien y que ese alguien decida quedarse. Andrés dice que la gente que sigue sus propuestas “no está bien de la cabeza” y esto me lleva a pensar en el tema de los lugares, de esos lugares que no son los habituales, que quiebran algo, que buscan otros caminos, que no se repiten o buscan significar algo más.
En semiótica se habla de dislocación cuando nos referimos a la alteración o desviación del orden normal o esperado de los signos, palabras o elementos en un sistema de comunicación. En el lenguaje lo podemos ver cuando usamos una palabra en un sentido no habitual o modificamos la estructura sujeto-predicado a la que nos acostumbraron nuestras maestras. En la vida cotidiana la dislocación se puede observar en la creación de nuevas formas de expresión, en la mezcla de elementos culturales o en la reinterpretación de tradiciones. Lo que se busca es crear un efecto de sorpresa o desconcierto o revelar lo artificial de las estructuras o incluso crear nuevos significados. Y cuando Lubo analiza una noticia insólita o un jingle político juega con el absurdo, con la ironía, con lo dicho y lo no dicho. Pero siempre estando atento -o al menos supongo que lo intenta- a lo que pasa del otro lado, si funciona o no, si el mensaje llega al otro lado del puente.
Sin querer abusar de la entrevista que le hizo Sebastián Moreira quiero rescatar cuando Andrés cuenta una experiencia que le hizo saber que lo que hacía era valioso para otros.
“Yo trabajaba en Comunicación en el Mides y un día entró una persona a la oficina en la que yo trabajaba y me dijo algo así como ‘yo la verdad que te quería decir que estuve pila de tiempo re mal, tenía un cáncer de no sé qué estilo y y bueno, la verdad te quería decir que lo que vos me hacías reír era de repente el único momento del día que tenía yo para reírme y después seguir sufriendo de alguna manera el resto del día’ y me dijo eso y se fue.”
Así como con la radio plantea que eso también pasó con mucha gente vinculada a este blog en su primera etapa y que contaba acá con un lugar donde alejarse de los problemas de la vida cotidiana.
Generar comunidad como algo casi espontáneo, natural, sin casi premeditación ni alevosía. Pero abriendo lugares para que eso fuera posible y palpable:
“Al mismo tiempo siento que a las personas que les llego, les llego una manera bastante profunda y lo de generar comunidades, si bien no es algo premeditado, creo que es una cuestión que también se termina dando sola o al menos al principio se terminaba dando sola cuando le das a la gente también la posibilidad de ser parte del contenido. O sea, en realidad nosotros hay un montón de contenidos que tenemos en el programa que sin gente no tiene ningún sentido.”
Y esta posibilidad de interacción la da el salir en vivo, aunque muchos de sus oyentes se enganchen on demand horas después:
“Con el podcast vos no tenés esa devolución de la que yo hablo, para mí hacer radio sin el vivo, sin la gente que te pueda aportar en el momento… para mí es fundamental tener al otro del otro lado en el momento.”
En definitiva para dis-locar, para hacer que haya sorpresa o desconcierto, tenemos que movernos en un tercer lugar que no es el estudio de donde emiten ni son nuestras casas, autos u oficinas desde donde les escuchamos. Es ahí donde hacemos sintonía, en el medio del puente gracias a la conversa que nos mantiene unidos.
Y vos, ¿cómo llegaste a Todo por la misma plata?
Gracias por leer hasta el final de esta nueva entrega. Si querés saber por qué hablo de terceros lugares te invito a leer el resto de mis columnas. Todo parece indicar que nos veremos por aquí dentro de un mes, así que ¡hasta la próxima!
PD. Gracias a Tatanka por su ayuda para recopilar información.
Inauguro comentarios de esta columna, tratando de responder (o no) la pregunta.
ResponderBorrarComo llegue a todo por la misma plata?
Al de ahora, por efecto rebote de la etapa del blog.
A la etapa del blog, por un montón de casualidades.
No soy de escuchar programas deportivos, por lo que no escuché casi nunca 13 a 0.
Si me gustaba navegar sin rumbo por internet y allá por el 2012, 2013 leí en algún lado, no me acuerdo donde, una columna de Anelio Morgan y en los comentarios mencionaban el sitio de TPLMP.
Inicialmente solo participaba como voyeur :), hasta que empecé a comentar y a participar de las pencas Jennifer :)
En igual medida que ahora, suelo estar, pero no en formato visible :)
Fui uno de los que sufrió la desaparición momentánea el blog y uno de los acompañantes de las columnas de Fagalde de aquella etapa hasta el final :)
Cuantos recuerdos, pucha que pasa el tiempo!!!
Gracias Jimes!!!
Te agradezco pila el comentario pues aporta mucho a la historia. Seguramente el programa no fue/es sin el blog y viceversa. Para mí es un honor estar en esta nueva etapa y conocer el "pasado" de primera mano con relatos como el tuyo. Abrazo!
BorrarHermosa columna, Jimes. Lectura muy fluida, sabrosa y masticable. Me has hecho viajar al pasado y volver al presente, mientras leía. Actualmente he dejado al escucha activa, de lunes a viernes de 14 a 16, por culpa del trabajo, que requiere cierta concentración y foco, incompatible con la escucha activa. Llegué a Andrew Kings por culpa de 13 a 0, programa que escucho a partir de mi padre y Rómulo Martínez Chenlo. Integrarme a este grupo de Redactores de TPLMP Blog, se transformó en una interesante vía de participación "off line". También, me gusta enviar a Don Lubo, alguna "noticia insólita" para que utilice en "Coqueto Escenario". Concuerdo contigo, que el vivo, es el corazón de la radio. También, concuerdo con ese paciente oncológico que reivindica el poder sanador de la risa, si es generado por la radio, se potencia el efecto, claramente, porque el estímulo auditivo no satura tanto como el estímulo visual de la TV, al menos para mí, que ayudado por los anteojos, "veo".
ResponderBorrarDisculpas por la reiteración del concepto de "escucha activa". Esto me pasa por pretender negar mi masculinidát, pretendiendo hacer 2 cosas en paralelo, siendo tan lelo y estando de parado. Pucha, repetí "pretender" en este mismo mensaje... Como canta Alfredito Mercurio, "I'm the great pretender".
BorrarMe has hecho reir y emocionarme al mismo tiempo. Salute!
BorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarPreciosa columna!
ResponderBorrarViví un proceso parecido al de Andrés en mi vínculo con la radio. El Dorado fm fue una revolución.
No recuerdo que hice ayer pero sí perfectamente cuando leyeron un mensaje al aire que había mandado al programa de Figares "mensaje para Marcelo: que no sea paleta con su hermana Patricia de parte de Gabriel". Nos reímos toda la tarde.
En cuanto a cómo llegué a ser escucha de TPLMP , lo escuchaba a Andrés en 13 a 0 , lo conocí más en su paso
o por Océano ( la dupla con Majo Borges era excelente) y terminamos todos en M24
gracias a Pablo Eduardo.
La radio te certifica que lo que estás escuchando es una escucha compartida. Ése evento colectivo no va a morir nunca.
¡El Dorado! ¡Desbloqueaste más recuerdos aún! ¿Y Emisora del Palacio? Tal cual lo que decís, la radio no morirá nunca.
BorrarGracias Jimes por contar de forma clara y emotiva tu transcurrir como oyente, con el que me siento tan identificada. Hay hitos ineludibles por los que todos hemos pasado y realmente nos han formado. Yo creo que el único superpoder que recibí en el reparto, fue el de ser buena escuchando y también un mínimo de criterio para elegir a que ponerle oreja y me jacto sin falsa modestia de ser buena oyente. A Ludo lo escucho desde 13 a 0 y al grupo y al blog los descubrí hace poco y me congratulo de haberlo hecho son un montón de locos talentosos y lindos.
ResponderBorrarLlegué en cuotas a TPLMP. Hace tiempo que reviso periódicamente mis publicaciones viejas de Facebook usando la funcionalidad llamada Recuerdos, para borrar posteos que no hayan envejecido bien. Y cada tanto veo que allá por 2014 y 2015 compartí varios artículos del viejo blog que encontraba por "la internés" y me causaban mucha gracia. Pero nunca me prendí a seguirlo. Ya en esa época era alto bobo.
ResponderBorrarUna vez que comenzó el proyecto en M24 los escuché un par de veces, pues venía huérfano por la pérdida de DAUR, proyecto que Belén integró en su fase final, y que habían compartido dial con Andrés. Los escuché unos programas, pero como en esa época seguía siendo bobi, no fue amor a primer oída. Al tiempo, una amiga economista me recomendó escuchar en el spotify de la radio El lado F de la economía. Una columna de economía con perspectiva feminista que hacían, si mal no recuerdo, en un programa matinal. En una de esas búsquedas de El lado F... veo que había una columna llamada 777 acceso total. El sentido arácnido de mi costado nerd me señaló que no podía tratarse de otra cosa más que una referencia a los de permisos de lectura, escritura y ejecución para todos los usuarios en un sistema Unix / Linux que hacía Danilo (Internauta Rebelde para los viejos lobos de este antro). Me gustó la columna y eso llevó a escuchar más e ir enamorándome de a poco de las distintas secciones y de la forma de comunicar. Cuando empecé a mandar mensajes a la radio, sin estar agendado y como Ale como mi nombre en whatsapp, Andrés se abstuvo de inferir mi género dicéndome simplemente Ale y así surgió este alter ego con bigote y barba pero pelo carré.
Pudridor. Escribiste casi más caracteres que la columna.
Borrar