“La condición de humanidad se define como la persona que juega, la persona abierta al misterio y a la belleza”
Johan Huizinga en Homo Ludens, 1938
Buenas, buenas, espero hayan empezado bien el año. Recuerdo que escribir estas columnas empezó casi como un juego, un tiempo y espacio para mí, fuera de las obligaciones de casa o del trabajo. Y así, jugando, se transformó en un tercer lugar donde converso con ustedes, lectores parroquianos del blog. Y ya los estaba extrañando…
Les cuento que al comenzar con esta propuesta armé una lista de posibles terceros lugares sobre los cuales quería desgranar mis reflexiones y emociones. Ya pasamos por los boliches, las bibliotecas, la radio… Y, como conté en la última columna, gracias al programa radial Todo por la misma plata conocí a mucha gente y muchas vidas distintas. Con un grupete de oyentes nos hicimos amigos y amigas y salimos a recorrer y construir terceros lugares juntes.
A su vez, con las columnas de nuestro cuarteto del amor -Andrés, Belén, Johana y Santiago- aprendí, me divertí y conocí nuevas realidades y ficciones. Y gracias al Show de talentos también se me abrió un mundo sobre temas muy diversos presentados por oyentes del programa. Cuando Angélica fue al programa en agosto del año pasado nos regaló una columna lúdica preciosa, recomendó juegos y nos contó qué eran los megajuegos. Luego, en la vida real, jugamos, charlamos y entonces pude saber más de su pasión por los juegos.
Nuestros jugadores
María Angélica Santomé estudia Trabajo Social en Udelar y trabaja en eso hace muchos años. Está en pareja con Javier Deferrari, ingeniero en computación. Antes de conocerse y hacer vida juntes ellos ya amaban jugar. En el caso de Angélica me contó que en su familia siempre se jugó mucho. De niña jugó “como todo el mundo” y ya de adolescente tuvo un grupo de amigos con los que también se juntaba a jugar en su casa en vez de salir a bolichear. Con el paso del tiempo el ludo iba quedando de lado y junto a sus padres y amigos iba descubriendo y aprendiendo nuevos juegos.
En el caso de Javier, cuando le pregunté cómo había llegado al mundo del juego me respondió:
“Yo creo que todo el mundo llega al mundo del juego, lo que pasa que después se va. Uno de chico juega, es lo que hace. Después cuando crece se cree que el juego es cosa de niños y deja de jugar o pasa a otros tipo de juego, digamos.”
Pero si tuviera que indicar un mojón él lo ubica en su adolescencia, cuando un amigo del barrio llegó “con lo que era un juego de rol y, bueno, ahí empezamos a jugar juegos de rol.” Él no dejó de jugar los clásicos de caja como el War o de cartas, “mucho truco, rummy, conga, escoba del quince, los típicos”. Después ya más de grande comenzó a conocer los juegos de caja “más modernos”.
El viaje y las noches en vela
Hace como 17 años Angélica acompañó a Javier a España por trabajo. Allá terminaron casi por azar en una convención de juegos y descubrieron juntos “todo este otro mundo de los juegos de adultos”. Volvieron con la valija llena de cajas y ya en Montevideo compartieron sus descubrimientos con amigos y compañeros de facultad y los fueron “metiendo en este mundo”. A mediados del 2009 los invitaron a una Gaming Night que empezaba al caer la tarde y podía terminar al otro día de mañana: “He llegado a las 5 de la tarde y me he ido a las 9 de la mañana. Es ahí que empezamos a conocer gente y a juntarnos”.
La dinámica del Gaming Night invita a reunirse una o dos veces por mes y “uno va, lleva sus juegos, el que tenga, el que no tenga no lleva, no importa y ahí se arma mesa y se juega”. Entre todos los que puedan se junta plata para pagar el lugar pero no es excluyente el tema del dinero. Es una oportunidad para conocer juegos nuevos y también otras caras y corazones.
“Porque el tema es jugar. Después bueno, el compañero de juego variará, habrá gente con la cual uno se quiere más que con otra, ¿no?”
El megajuego y soñar en grande
Gracias a un video de Youtube de un canal de reseñas de juegos, Javier supo lo que era un megajuego y la idea lo atrapó. En este efecto contagio que tiene lo lúdico lo compartió con amigos. Estos lo impulsaron, averiguaron que se hacía en Buenos Aires y allá fueron. Angélica me cuenta que en principio se imaginaba algo relacionado a los juegos de rol que a ella en particular no le entusiasman mucho: “Lo acompañé pero por ser pierna y terminé recontraenganchada. No es un juego de rol como los tradicionales, no tengo que hacer un personaje ni armar un personaje que responda a ciertas características si yo actuara de tal manera, es diferente.”
La idea le quedó girando en la cabeza a Javier y en un asado lo comentó y juntó ganas con otros dos amigos y así empezaron a soñar con realizar un megajuego en Montevideo para no esperar a ir a Buenos Aires. Estos dos amigos estuvieron involucrados hasta el año pasado pero este año no pudieron seguir el tranco. Al firme sigue Angélica, que estuvo desde un principio, y Javier.
Habían y hay ciertos escollos a superar para llevar adelante esta aventura. El primero es convocar a jugar a gente que no se conoce entre sí a un juego que tampoco es conocido. No es un grupito de amigos que se juntan a jugar Calabozos y Dragones o al Catán que más o menos ya todos sabemos de qué van o jugamos alguna vez al menos. Por ejemplo, las Gaming Night eran y son la oportunidad de jugar cosas nuevas con gente que uno no conoce pero que posee esos juegos no tan difundidos. Pero en el caso de los megajuegos es más que una reunión o un club de juegos, es un evento con mucha gente alrededor de una propuesta lúdica que no se conoce.
Entonces lo primero sería abandonar la excusa de no ir por no saber jugar: “la realidad es que nadie sabe jugar, o sea, es nuevo todo para todos”. No es un juego que uno pueda jugar en la casa y practicar previamente. A pesar de que se envían las reglas antes para tenerlas presente la mayoría de los asistentes no las lee. Están en igualdad de condiciones y nadie es más que nadie: “No es como cuando vas a sumarte a un grupo que está jugando al truco- O sea, estás sumándote un grupo en el que nadie sabe jugar nada. Todos somos primerizos”. Puede pasar que de una edición a otra se repitan jugadores entonces se pierda algo del factor sorpresa pero el resto, la mayoría, nunca jugó, entonces no saben las reglas y ahí la comunidad recibe generosamente al “nuevo”. A su vez las reglas son bastante simples y están basadas en la interacción social: se resuelven conflictos, la estrategia del juego siempre va por las alianzas, los tratos, la conversación…
Luego, la organización lleva tiempo. Primero conseguir el juego. Hasta ahora Angélica y Javier han trabajado con juegos ya diseñados pero que están en inglés y lleva un laburito de traducción. Luego lo tangible: las fichas y demás elementos. Estas se hacen muchas veces de forma artesanal o se mandan a imprimir. Otro desafío es conseguir gente que ayude en la ejecución, facilitadores que sepan bien de qué va el juego y acompañen a los participantes durante el evento para que nadie se quede atrás o se frustre. Por último lograr una buena convocatoria, un lugar acogedor y solucionar bebida y comida para que nadie la pase mal durante las horas del juego.
Vale aclarar que es muy difícil que esto genere ganancias, más en nuestro entorno que es algo muy nuevo: “no es algo que uno se lo pueda tomar tampoco demasiado como un negocio”. Se cobra entrada pero es para bancar el alquiler del local. Por eso no hay capacidad de invertir en publicidad, más allá de algo en instagram. Básicamente la convocatoria se basa mucho en el boca a boca: “creo que el 75% de los jugadores terminan siendo boca a boca. Capaz que los primeros lo conseguimos por Instagram y esas cosas y bueno, por nosotros mismos, ¿no? Pero después el resto vienen todos de amigos que ya jugaron y bueno, traen a sus amigos y cosas por el estilo”.
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Escenas de Vigila los Cielos, megajuego organizado en Montevideo, 2024 |
Este año proponen un juego nuevo y eso abre la posibilidad de que gente que ya ha participado en otras ediciones se entusiasme en volver por el desafío de lo desconocido. Pero también implica muchas más reuniones en la previa para revisar las reglas y pensar cómo solucionar variables impredecibles. Son juegos que se han probado poco por su misma naturaleza: “en cambio un juego de caja cuando sale al mercado de pronto tiene mil juegos arriba, o sea, ya se jugó mil veces capaz y se le hicieron muchísimos cambios.”
Para salvar esta dificultad Javier se comunica con gente de otros países que ya lo han organizado y en base a ensayo y error ya han mejorado el juego. Lo esencial es estar preparados para lo imponderable, para detectar posibles fisuras en las reglas e imaginar escenarios posibles donde las decisiones de los equipos pongan en jaque el desarrollo de todo el juego (siento que estoy enriqueciendo mi lenguaje lúdico línea a línea,¿eh?).
Podríamos decir que, entonces, una edición de megajuegos tiene un antes muy agotador, un durante muy desafiante y un después gratificante. Casi que diríamos que el camino es la recompensa.
La gente se junta durante bastantes horas, juega, socializa. Al finalizar “es típico hacer un resumen de lo que pasó, cómo le fue a cada uno, cómo cree cada uno que le fue y después la gente se queda hablando, charlando, ¿no? ´Pasó esto, pasó lo otro, mirá aquel, por qué hizo lo que hizo, yo no entendía nada´ y así se crean como mini historias dentro del del macrojuego, ¿no?”
En otros países, Inglaterra, por ejemplo, las comunidades han crecido y siguen el vínculo en línea pero siguen promoviendo el encuentro cara a cara. Angélica y Javier han sido testigos de cómo gente que no se conocía previamente se va del evento como amigos y seguirán el vínculo más allá de ese día. Empiezan a tener algo en común.
Javier rescata la riqueza de conocer a otros a través del juego: “Yo creo que era Platón que dijo por ahí algo así como que se conoce más a una persona en una hora de juego que en un año de conversación”. O sea, cuando uno es demasiado competitivo, o si es más proclive a la trampa o si es mal perdedor. Así, jugar es una vivencia, un aprendizaje de los otros y también de nosotros mismos.
¿Es un tercer lugar?
Cuando les pedí ayuda para hacer esta columna sobre ellos y el próximo megajuego que están organizando, estuvimos intercambiando sobre el concepto de tercer lugar. Para mí era bastante obvio que estábamos ante un fenómeno de tercer lugar pero conversar con ellos me hizo pensar en las zonas grises.
Por un lado Angélica rescata que los encuentros de juego son instancias lindas de conocer gente. Recuerda que en uno de esos viajes por trabajo recalaron en Estados Unidos y para ella el idioma era una barrera:
“En un momento encontramos un lugar donde se juntaban los miércoles a jugar. Empezamos a ir todos los miércoles y, pese a la barrera del idioma, era mi rincón en el mundo, porque yo ya había un momento que estaba tan atomizada, de que no le entendía a nadie… Ahí tampoco les entendía, pero era diferente porque es como que hablas igual un idioma, compartís algo es y es relindo. Los lugares de juego donde la gente se encuentra a jugar o las actividades estas que se hacen medio fijo son, para mí, un tercer lugar de aquí a Pando.”
Ambos igual concuerdan que en el caso de los megajuegos no es tan fácil establecer una rutina de encuentros. Son más esporádicos y eso hace difícil que se genere comunidad. En Uruguay van recién cuatro ediciones y no es fácil comparar con los efectos que provocan en otras localidades del mundo con mayor historia. Pero la idea se mantiene: contagiar el gusto por el juego y por animarse a vivir junto a otras personas experiencias más allá de lo doméstico o lo laboral. El megajuego puede ser el punto de partida de otros encuentros, en una casa, en un boliche, en una biblioteca, con la excusa de seguir jugando juntes.
“Yo qué sé, quizás jugar con amigos suele ser más divertido que jugar con gente que uno no conoce. Pero esa gente que uno no conoce muchas veces termina haciéndose amigo, ¿no?, con un juego por medio.”
La invitación
El próximo megajuego se llama Dios Emperador y se va a realizar el próximo 30 de marzo en el Club Fraternidad (Heraclio C. Fajardo 3464).
Si leer todo esto les ha dado ganas entonces solo hay que animarse. Si se tiene un amigo, dos, ya se va pensando en equipo. Pero también se puede inscribir alguien individualmente y seguro se va a conocer con otros “unos” y arman grupo. Pasó en la edición 2024 y la gente pasó genial.
“Es lo mismo que si uno se anota un club, yo qué sé. ¿Cuál puede ser el miedo de no ir al club? Eh, que no conoces a nadie y, nada, los vas a conocer. Bueno, acá pasa lo mismo. ¿Las reglas? Las reglas son muy simples, nadie las sabe. Las mandamos antes para que la gente las conozca de antemano, las explicamos en el momento y estamos siempre nosotros para dar una mano. O sea, nuestro principal trabajo es ver que la gente la esté pasando bien.”
La única razón válida para no ir es que no te guste jugar. Pero si te atraen los juegos, ya sean de caja, de rol, tradicionales o exóticos, hay que animarse.
“Lo principal siempre es la diversión. O sea, uno cuando juega lo principal que espera es divertirse. Entonces, las risas, el entretenimiento, hay juegos más serios que otros, en algunos te morís de risa, en otros no, en otros se desarrollan ciertas habilidades o se aprenden cosas.”
Dios Emperador es un juego de fantasía de temática medieval, si se quiere. Cada equipo es una casa noble que está peleando por hacerse con el trono, con una dinámica de intrigas, política y traición que puede recordarnos a Juego de tronos.
El costo será de $700 pesos por persona, recordando que eso cubre el alquiler del local, la bebida y la comida (parece que serán empanadas). Cómo mencionamos, el juego dura varias horas, arranca de mañana y la gente empieza a llegar a las 11. Al mediodía se arranca y puede llevar cinco horas culminar la partida. Hay que preparar el espíritu para la adrenalina: “el tiempo te corre y le agrega un caos y un estrés si se quiere que es muy divertido, es muy divertido. Uno está corriendo para todos lados, todo el tiempo, sin entender las cosas que están pasando en otro lado. Está muy bueno.”
Ya abrieron las inscripciones, en este enlace pueden acceder al formulario de inscripción. En Instagram sigan a @megajuegosuy y podrán seguir las novedades y hacer todas las consultas que quieran.
Game over
Bueno, sé que esta columna quedó algo larga pero siento que el intercambio con Javier y Angélica fue muy rico y no quería dejar nada afuera.
Para cerrar les cuento que mientras escribía me rondaba en la cabeza un relato de Alejandro Dolina en su libro Crónicas del ángel gris. Se los dejo como despedida:
Asmodeo: Soy Asmodeo, inspirador de tahúres y dueño de todas las fichas del mundo. Conozco de memoria todas las manos que se han repartido en la historia de las barajas, También conozco las que se repartirán en el futuro. Los dados y las ruletas me obedecen. Mi cara está en todos los naipes. Y poseo la cifra secreta y fatal que han de sumar tus generales cuando llegue el fin de tu vida.
Salzman: ¿No desea jugar al chinchón?
Asmodeo: No, Salzman, vengo a ofrecerte el triunfo perpetuo. Con solo adorarme,ganarás siempre a cualquier juego.
Salzman: No sé si quiero ganar.
Asmodeo: ¡Imbécil...! ¿Acaso quieres perder?
Salzman: No, tampoco quiero perder.
Asmodeo: ¿Qué es lo que quieres entonces?
Salzman: Jugar. Quiero jugar, maestro....Hagamos un chinchón.
Les invito a dejar su comentario y les pregunto: ¿A qué juegos juegan habitualmente? ¿Han participado de una Gaming Night? ¿Les da ganas de sumarse a Dios Emperador?
A esta hora sale campeonato de conga en casa así que les digo ¡Hasta la próxima!
*Juegos de niños es una pintura al óleo sobre tabla realizada por el artista del renacimiento flamenco Pieter Brueghel el Viejo en el año 1560. Actualmente, se exhibe en el Museo de Historia del Arte de Viena.
*Gardel juega a las cartas con sus amigos Marguerite Vignou, Víctor Damiani, José Ganduz y Ádamo Diduv a bordo del buque Conte Rosso, 12/06/1928.
Muy bueno! Dan unas ganas bárbaras de anotarse. Capaz que me animo y les escribo. Estuve mirando en el instagram y tiene bruta pinta el juego ese Dios Emperador.
ResponderBorrarLas Misiones del blog serían también un tercer lugar. Ha habido algunas hermosas -hubo una con la que casi me desgracio de la risa - pero se han visto notoriamente perjudicadas por gente ultra competitiva, que no entiende la idea. Incluyendo la última.
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