Una cierta tendencia del cine uruguayo

Se están cumpliendo 70 años del más conocido -supongo- artículo de crítica cinematográfica de todos los tiempos: el archicitado "Una cierta tendencia del cine francés", obra en 1954 de un muy joven François Truffaut, publicada en "Cahiers du cinema". En esa nota -que yo sí leí, giles- arremetía con bastante agresividad contra la mayoría de los principales nombres del cine galo del momento y, muy esquemáticamente, como casi todos fuimos a los 22 años, endiosaba a algunos "autores" y "destrozaba" (como se dice ahora) a otros "no autores".

Agarrame fuerte


Algún día escribiré sobre la "teoría del autor", que decía que algunos directores sólo hacen buenas películas y otros, sólo malas. Ahora, únicamente parafraseé -atenti a la conjugación- el título de aquel artículo que figura en todos los libros de Historia del Cine, en el capítulo de la Nouvelle vague de los 60 e intentaré a continuación, si me sale, dar algunas opiniones sobre el pasado reciente y el futuro de éste, nuestro cine uruguayo, consolidado pero con problemas. Con un poco menos de esquematismos que aquel guacho Truffaut, porque uno ya tiene unos añitos más.

Para eso utilizaré los dos estrenos más recientes del cine compatriota, que con la administración herrerista ha visto disminuir considerablemente su producción: una ficción, "Agarrame fuerte" de Ana Guevara y Leticia Jorge, y un documental, "La embajada de la Luna" de la directora mexicana Patricia Méndez Fadol. 

La embajada de la Luna

Comienzo por esta última. El Palacio Salvo es uno de los edificios más famosos del paisito, para bien o para mal. Fue construido en 1928, una época mucho más despoblada en Montevideo y en donde sus 105 metros destacaban en mayor medida. Supo tener teatro, la antena de Canal 4, a CX 30 La Radio (y la voz ronca y opositora de José Germán Araújo) y una salida de omnibuses al interior. Hay mucha gente a la que le encanta contar historias esotéricas, masónicas, paranormales o, simplemente añejas, sobre este rascacielos bastante sobrevalorado, en mi opinión.   

Lo primero que le tenemos que exigir a un documental es que nos informe sobre el tema en cuestión. No necesariamente en forma directa, con una voz en off contándonos la historia de principio a fin o sobreimprimiendo datos y estadísticas. Hay muchas maneras de hacerlo y todas pueden ser válidas, incluyendo las más indirectas o elusivas. "La embajada..." muestra gente (poca) hablando de cosas no demasiado interesantes ni llamativas de azulejos del Palacio y boludeces así. Por otra parte, especialmente al principio, hay un montón de divagaciones pretendidamente profundas sobre el Universo, que quedarían mucho mejor en un libro de Horóscopo 2025 que en un documental sobre un edificio.

Agarrame fuerte

Por el contrario, la película de Guevara y Jorge -autoras también de "Tanta agua" y "Alelí", que fue una de las damnificadas por la pandemia, al estrenarse justito cuando ésta comenzó- tiene como principal virtud su modestia. Probablemente en esa virtud esté también su pecado: "Agarrame..." (de sólo 75 minutos) no levanta vuelo, a pesar de crear algunas situaciones que podrían haber sido más que interesantes: el mantenimiento de la amistad después de la maternidad y/o formar una pareja; la confusión entre el sentimiento de amistad y el de amor o la necesidad de definir qué hacer con la vida cuando llega la adultez. O lo que han hecho con sus vidas, al reencontrarse en el velorio, pasado el tiempo.

La película comienza con la muerte de una de las tres amigas y el comienzo del duelo de las otras dos y de los demás damnificados. Luego, Adela, la que quizás estaba enamorada de la finada Elena, rememora en los dos tercios finales del film, unas vacaciones en un balneario diez años atrás junto a Lucy (Eva Dans, la petisa que dirigió "Carmen Vidal, detective"). Todo está bien contado, bien actuado, suena muy creíble y natural... pero nada más.

El cine uruguayo del siglo XXI, por resumirlo en unas pocas líneas, ha abusado en general de personajes poco comunicativos, mediocres, casi autistas y muy pocas veces representativos de alguien. En lo estrictamente cinematográfico, me parece que esos cineastas han copiado demasiado a Kaurismaki y a Jarmusch, en vez de usarlos como punto de partida. Y ha primado el medio tono y las voces que no levantan mucho volumen. Es un cine joven pero burgués; le falta imaginación, desafío, locura, desobediencia. Riesgo. Y temas más desafiantes, historias más críticas. voces más enojadas en este mundo que da motivos de sobra día a día.

 

Joan Manuel Serrat tiene muchas obras maestras, más que cualquier otro músico popular. Considero que este tema, de su álbum "En tránsito", el primero que fue permitido en la dictadura, es una de esas gemas olvidadas -como diría el aguatero Gabriel- de su formidable trayectoria. Excelente amalgama de letra y música:  

"Uno de mi calle me ha dicho que tiene un amigo que dice conocer un tipo que un día fue feliz"

ERA MÁS PIOR

Hace dos o tres columnas planteaba que el gobierno "libertario" argentino se propone controlar el cine y sólo financiar películas que le puedan gustar a su incestuoso presidente y agregaba que sus ideas sobre el particular podían ser bastante peyonas, dado que decía admirar a Sylvester Stallone.

Mas acá en el tiempo, el Peluca se ha vuelto a superar a sí mismo porque no solo se emociona por conocer al actor de Rambo, sino que afirmó en una entrevista que "Stallone la tenía clarísima en política internacional cuando hizo "Rocky IV"". 

Para los centennials que no conozcan ese film, es uno de 1985 donde el tal boxeador ficticio Balboa se enfrenta al soviético Ivan Drago, que mide 20 cms. y pesa 20 kgs. (en músculos) más. El comunista le pega 15749 piñas, que Rocky -como es capitalista y yanqui, soporta- y finalmente, por imposición del libreto -escrito por el propio ídolo de Milei- termina ganándole. Luego, con los pocos dientes que le quedan, improvisa un discurso con la misma profundidad metafísica que la del gordo de la Colombes y todo el estadio (lleno únicamente con ciudadanos soviéticos) termina aplaudiéndolo de pie, incluyendo el mismo Gorbachov. Vean, si les miento:


 No, si para elegir pensadores, anda volando.       

Y.E.T.P.A.P.

+ SERIF GÖREN (80) - ¿Quién?, preguntan muchos. Trabajó abundantemente, pero por acá no se conoció ninguno de sus films. En realidad, su importancia internacional es por haber sido la mano derecha de Yilmaz Güney (¿quién?, preguntan los mismos), un personaje singular que ganó la Palma de Oro en Cannes por "Yol, el camino", un potente drama que sí se estrenó por aquí. Güney era un actor popular en su país, pero sus creencias izquierdistas lo hicieron ser perseguido por diferentes dictaduras turcas. Gören, quien comenzó su carrera en 1970, sería su colaborador a partir de 1974, incluyendo la mencionada "Yol", única que circuló por el mundo. Probablemente haya un cine valioso en su propia filmografía.

+ WOLFGANG BECKER (70) - Cuando vi su nombre, sabía que me sonaba de algo. Hasta que leí que fue el director de "Goodbye, Lenin" (que aquí se llamó en realidad "¡Adiós a Lenin!"), una ingeniosa comedia sobre una señora bastante mayor que entra en coma en la RDA y cuando revive, ésta no existe más ya que ha caído con todo el bloque soviético y su hijo (Daniel Brühl, quien se haría famoso) intenta ocultarle el derrumbe del socialismo en el país. Luego de ese gran éxito, trabajó en un par de films colectivos y documentales y solo realizó otro largometraje de ficción:"Yo y Kaminski" (2015), nuevamente con Brühl. Probablemente, un director a descubrir.



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SEAN LOS ORIENTALES TAN ENFERMOS COMO ESTÚPIDOS (XXII)

Como dije al pasar la semana pasada, hay mucha pero mucha gente que mataría a su madre y a sus dos abuelas para conseguir una subjefatura. No es, por cierto, por vocación de ayudar a que la cosa mejore sino para tener el poder de soretear (y hacer echar, por qué no) a los demás. 

En la Española nunca hubo -por lo menos a partir de los 80, antes no sabría decirlo- concursos o similares para conseguir una jefatura (*). Eran a dedo y ahí podían haber criterios razonables o criterios de mierda, mismo. Pero conocí a un montón que no sólo se creían que eran fundamentales e imprescindibles para el funcionamiento de la mutualista desde su subjefatura en una policlínica zonal, sino que habían llegado ahí luego de un implacable y severísimo proceso de selección, cuando en realidad lo pusieron porque el viejo es un Cirujano Jefe, por ejemplo.

Por supuesto que no niego que ser jefe es también, muchas veces, pararle el carro a más de uno/a y llamarlo al orden. Pero basado en el rendimiento o en la conducta y no en la cara o en el apellido. Cosa que no muchos, del pasado o del presente, pueden afirmar que han hecho, como lo afirmo ahora yo. 

 


Un domingo de mañana temprano, estoy en Servicios Externos. Suele ser un momento tranquilo, aunque en cualquier momento puede estallar la bomba. Si hay un funcionario que está aprendiendo, se le asigna atender la ventanilla y los teléfonos, que en ese momento puede hacerlo uno solo.

Estamos los cuatro ahí (incluyendo la funcionaria nueva en la sección, que no era ninguna niña, ya tenía treinta y pico y un hijo) y se presenta un tipo en la ventanilla. Le toca atenderlo a la nueva -que si no sabe algo en esa atención, siempre nos puede preguntar a los más experimentados, claro- y la tipa se queda clavada en su asiento. Esperé un rato prudencial -para darle una oportunidad- y como veo que sigue atornillada, le digo: -"Fulana, atendé la ventanilla". Me contesta -"Sí, sí" y atiende.

Al rato, unos cuantos minutos después, comienza a sonar el teléfono que tenía que atender ya adivinarán quién. Suena, suena, suena y seguiría sonando aún hoy si no le hubiera vuelto a ordenar que lo atendiera. -"Sí, sí" y lo atiende, sin decir más nada.

Bastante más tarde -no se crean que era uno detrás del otro- aparece una mujer en la ventanilla y pienso: "ahora sí, ahora se va a tirar de cabeza a disimular como que atiende inmediatamente siempre, por lo menos hasta que me vaya yo de ahí". Hubiera apostado cualquier guita a que no se va a quedar en el molde por tercera vez consecutiva. Y hubiera perdido. Yo no lo podía creer, lo juro.

Le ordené que atendiera y luego la llamé con el dedo índice moviéndose para adentro. -"Escuchame, ¿te tengo que pedir de rodillas que hagas tu trabajo de atender ventanilla o teléfono? ¿ni siquiera te da vergüenza que la gente esté clavada en el mostrador y vos, mirando el techo sin hacer nada?"

Aparentemente creyó que iba a poder quedarse en su lugar las siete horas, rascándose sin que yo le dijera nada. Ni siquiera fue capaz de disimular un poco, como tantos. Además, faltaba permanentemente, tanto si estaba feo el tiempo como si había ido a un cumpleaños la noche anerior. Pero se quejaba todo el tiempo que no tenía plata para criar al gurí. No entiendo a esa gente.

(*) En realidad, sí hubo 2 concursos 2 pero en ambos casos el asunto terminó sin que nunca se hicieran públicos los resultados ni se designara a nadie. Obviamente, porque no ganó el caballo del comisario. Y, probablemente, rodó en el medio de la carrera.

Comentarios

  1. Uno ya tiene entrenado los prejuicios a la hora de exponerse a pelí culas, series o a la música, es como un firewall que nos preserva de soportar bodrios. En este caso, particularmente, no voy a emitir opiniones de los filmes reseñados, pero sí tomo en cuenta su comentario sobre los mismos (que no hacen otra cosa que apuntalar mis prejuicios). Eso no significa que, en caso de que mire las películas, lo haga con mala gana o a la defensiva.
    Sobre el comentario de Rocky IV, tenía la idea de que era más de los 90. Es una película propia del reaganismo tardío, si yo fuera un redneck estaría orgulloso de ella, la disfrutaría bastante y tendría un póster en mi cuarto y un imán en la heladera. Pero me tengo con conformar con mirarla con placer culposo.

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