Cuando se quiere hablar de películas "malditas", en general se mencionan a aquellas que tienen temáticas demoníacas: "El exorcista"; "La profecía"; "El bebé de Rosemary" y alguna más. Que algún set se incendiaba solo, que alguna muerte sin explicar, que algunos aviones alcanzados por rayos... nada de qué preocuparse. También se suele citar a "El cuervo", aquella en la que falleció Brandon Lee cuando filmó una escena en la que le disparaban y salió un balazo de verdad del arma. -"Cada vez hacen los efectos especiales más realistas" -habrían sido sus últimas palabras.
John Belushi |
Y, bueno, es como todo en la vida. Hay quienes ven algo esotérico cuando pasan dos 157 seguidos y hay quienes no le creerían ni al propio Dios si apareciera e hiciera todo tipo de milagros. Pero hoy nos referiremos a una serie de muertes de actores más bien gordos que fueron encarados para interpretar a un personaje -en realidad, dos- y algunos dicen que no es casualidad que todo el que quiso hacer esa película terminara difunto.
Aparentemente, la prosa del escritor canadiense Mordecai Richler es tan extraña como su propio nombre. Nacido en la ciudad de Montreal, sita en la provincia francófona de Quebec, Richler era sin embargo, angloparlante (aunque sí hablaba francés). Tuvo una carrera bastante polémica denunciando el antisemitismo de la provincia francesa de Canadá -él era judío- y criticando nacionalismos y tonterías varias de sus compatriotas. Hace años vi dos películas que adaptaban novelas suyas ("El gran canalla" sobre "El aprendizaje de Duddy Kravitz" con Richard Dreyfuss y "Nunca es demasiado tarde", inédita, sobre "Joshua, then and now" con James Woods) dirigidas ambas por el también canadiense Ted Kotcheff ("Rambo"), dato del que recién me doy cuenta ahora.
En 1963 Richler publicó su novela "El incomparable Atuk", una sátira sobre un esquimal que desea integrarse en la sociedad occidental canadiense. Hasta ahora, nada llamativo ni extraño. Como todo libro exitoso, se planeó su adaptación al cine y se convocó en primer lugar a John Belushi.
John, hermano mayor del más duradero Jim, también actor cómico, estaba en 1982 en lo mejor de su carrera cuando fue encontrado muerto a los 33 años, víctima de un guiso de cocaína y heroína. Lamento su muerte y quisiera conocer mejor su obra -he visto igualmente varias de sus actuaciones en cine- pero todavía está pendiente que me haga reír.
Atuk debería ser encarnado por un actor más bien corpulento y/o gordo, por lo cual los productores apuntaron en esa dirección luego de que se quedaron sin el Belushi mayor. Primero fue conversado el artista de stand up Sam Kinison -muerto a los 38 en un accidente de tránsito- y después, John Candy -llegó hasta los 43, infarto- y Chris Farley -al igual que Belushi, a quien admiraba, murió a los 33 por una combinación cocaína + heroína.
La conclusión a la que llegaron en los 90 cuando sucedieron las tres últimas muertes es que todo actor designado para encarnar a Atuk no contaba el cuento y que había una maldición, onda Tutankamon y han desistido de seguir intentando, por supersticiosos. Gente más racional podría objetar que Belushi y Farley se drogaban abundantemente y que éste último y Candy eran demasiado obesos, no cuidaban su salud y tenían problemas cardíacos.
Libro, autor y mamirri. |
"A confederancy of dunces" -traducida en nuestro idioma como "La conjura de los necios"- es una novela mucho más conocida, con toda justicia. Es una formidable sátira a la sociedad de New Orleans -cuna de John Kennedy Toole, por cierto- con un humor brillante, sostenido sobre todo por la maravillosa creación de su personaje principal, Ignatius Reilly.
La historia de este libro es bastante conocida y figura en su propia edición: el autor se suicidó sin haber conseguido editor -lo que amerita un chiste genial en "Entre copas" de Alexander Payne- y su polémica madre se entrevistó con varios profesores universitarios para que la hicieran publicar. Imaginate ser un tipo al que le llueven diariamente pésimos proyectos literarios y encarar a una veterana que te pide que le ayudes con la novela de su hijo, que se mató. El escritor Walker Percy finalmente leyó el susodicho texto para tener alguna argumento firme para rechazarlo y quedó asombrado por su calidad. El resto es historia, incluyendo un Pulitzer y un enorme éxito editorial.
Ignatius Reilly es alto y gordo. John Belushi, Candy y Farley estuvieron en conversaciones para hacerlo y ya sabemos qué pasó. Otro (a) intérprete elegido y que no lo hizo por esas mismas razones de fuerza muy mayor fue Divine, musa (o) del gran John Waters. Otros que estuvieron ahí pero que siguen vivos, por suerte, fueron John Goodman -que vive en la propia New Orleans-; Wil Ferrell, que no es gordo pero sí muy alto; Jack Black -que me parece una elección genial- y Zach Galifianakis, el de "¿Qué pasó ayer?".
Es probablemente el libro que más ha vendido del que no se hizo ninguna adaptación al cine. Se habla también -como en Atuk- de una maldición que ataca a los actores previstos para el papel, pero acá hay unos cuantos sobrevivientes. Como todo gran libro, no sé si no prefiero que no se termine nunca de filmar, porque hay mucho más para perder.
NUEVA SECCIÓN: ME.LAM.M.U. (MEtete LA Música Moderna en el Upite)
Al igual que el lunes pasado, voy a presentar un tema de hace más de 40 años. En este caso, se trata de Supertramp y esa maravilla llamada "School". El solo de teclados claramente influyó al Joaco de Piedras Blancas.
Y.E.T.P.A.P.
+ MARISA PAREDES (78) - Sus verdaderos nombres de pila eran María y Luisa pero es lo de menos. Hermosa mujer -ya que no bella, que es otra cosa- esta madrileña nos dejó grandísimas actuaciones: "El coronel no tiene quien le escriba" y "Profundo carmesí" del mexicano Arturo Ripstein; "El espinazo del diablo" de Guillermo del Toro y "Las bicicletas son para el verano" de Jaime Chávarri, entre muchas más. Estuvo en "La vida es bella", por ejemplo.
Por supuesto, no se puede dejar de mencionar su colaboración con Pedro Almodóvar, quien es el que la dio a conocer al gran público: "Entre tinieblas" (donde su personaje se llamaba Sor Estiércol); "Tacones lejanos" (notable); "La flor de mi secreto"; "Todo sobre mi madre"; "Hable con ella" y "La piel que habito". Y no, no era estrictamente una "chica Almodóvar", como no lo son todas las mujeres que actúan para el manchego.
Más versátil de lo que la gente cree, no sólo sabía hacer de mujer que lleva sus años con dignidad. No he visto nada de lo que hizo muy joven, en los 60 y 70 pero parece evidente que es de aquellas a las que la madurez les hizo muy bien. Creo que era la mejor actriz española de estos tiempos.
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SEAN LOS ORIENTALES TAN ENFERMOS COMO ESTÚPIDOS (XXII)
Pasar a Jefe de Sección, aparte de tomarme por sorpresa porque uno suponía que seguiría vetado de por vida a cualquier beneficio, no fue un cambio tan pero que tan enorme, por dos razones. Primero, porque a mi alrededor muchísima gente sobrevaloraba el cargo -recuerdo a mi ex cuñada y a mi ex suegro contando que habían hecho bulla de que eran parientes de semejante jerarquía y yo mirándolos como diciendo: -Sacamela- y segundo, porque ya era un funcionario con 25 años de experiencia en esa pocilga.
Recuerdo que alguna vez vino un directivo a hacer un mangueo legal y se dirigió a mí y no a la subjefa que estaba ahí, que tenía mucho menos antigüedad. Lo hizo porque me conocía y sabía que hacía mucho tiempo que laburaba en el tema y, seguramente, ni tenía idea de la otra. Cuando se fue, ella vino a recriminarme enojadísima que yo tendría que haberle dicho a ese dirigente -ex presidente de Fénix por muchos años- que se dirigiera a ella y le contesté que sabía bien que ni yo ni nadie iba a hacer eso.
En la salud las funcionarias mujeres son una enorme mayoría. A ojo por ciento, calculo que podrían ser el 75% del total y ese porcentaje tiende a crecer. Más de una vez -y no sólo por ser jefe- tuve que pararme en los pedales porque mucha gente se hacen los vivos con las mujeres. Es lo que alguna taradita de por acá cerca dice: "i vis ti gisti midir lis pinis" (*). Pero no hablo de algún socio que se enojó circunstancialmente porque no quedaba número para tal especialista. Hablo de mamados provocadores a las 7 AM de un domingo, hablo de chorros, hablo de un hogar del MIDES en la calle Rivera donde algunos "alojados" pretendían manosear a las compañeras que iban a laburar y fui a protestar a las encargadas. Me contestaron algo como que eso era natural y no podían modificarlo o alguna otra gansada igual. Yo les respondí que cuando los viera metiéndose con mis empleadas los iba a cagar a trompadas, simplemente. No hubo más problemas.
Ya lo aclaré en esta serie, pero lo repito: no me creo un Mike Tyson tuneado ni nada que se le parezca. Tampoco soy particularmente pendenciero: la última vez que me agarré a piñas fue a los 12 o 13 años, cuando estaba en primero de liceo. O sea, hace mucho, realmente. Solamente, creo que hay momentos en que evitar una confrontación no es la mejor opción.
Debo reconocer que cuando comencé con el cargo, el anterior Gerente General me dio un muy buen consejo: me autorizó a decir simplemente que yo era el Encargado Administrativo del día (sábado, domingo o feriado) sin necesidad de aclarar si era Sub Jefe, Jefe, Gerente de algo o qué. Especialmente ante ciertos nurses y médicos. Más de una vez tuve que poner cara de "no sabés con quién estás hablando, comemierda" ante algunos que querían poner el palo en la rueda, como dicen en este gobierno. Sólo por joder, mismo. Lamentablemente, pocos años después, ese Gerente (de nombre igual a un mes en que se llena el Whatsapp de memes de un cantante español y con el mismo apellido que un arquero argentino al que le gusta frotarse los trofeos por las verijas) tomó otros caminos.
Lo peor -por lejos- del cargo no eran los funcionarios que faltaban porque no tenían ganas de ir, o que iban mamados o drogados. Ni la gente que iba a armar quilombo y se decepcionaban cuando uno no le seguía la corriente o a decir que eran abogados, periodistas o diputados. Ni varios otros jefes que se dedicaban a cagarte de verde y a apuñalarte por la espalda. Lo peor era, sin duda, la total y absoluta falta de respaldo que tuvimos a partir de determinado momento -sin previo aviso- y que no ha cesado. Cualquier día puede ser el último y ni siquiera es necesario que tengas la menor equivocación. Basta la más estúpida denuncia para que te echen sin darte ninguna oportunidad de defensa.
Entiéndase bien. Jamás pensé: ahora que soy Jefe, puedo hacer cualquier cagada y no pasa nada. No, digo que cualquier culorroto puede denunciarte por hacer algo mal y te ejecutan aunque ni denunciante ni ejecutor sepa ni mierda del trabajo que uno sí sabe hacer. Cualquier queja de un socio hace que te echen y todo el que estuvo ahí sabe que pueden haber denuncias de lo más disparatadas y ridículas. No importa, lo fundamental es arrancar cabezas de quienes no estén acomodados.
(*) En el curso de feminismo que hizo en Ma-Pa no le enseñaron que la gente común le llama "miembro", "poronga", "verga", "muñeco", "chota", "amiguito", "boniato", "ganso", "pija" o "pelado con polera".
Como algo circular apareció Ignatius sobre el que recuerdo que intercambiamos hace un tiempo en estas columnas. Yo también creo que deseo que ni se filme la adaptación de la novela así me quedo con mi visión personal. Y con respecto a Marisa, qué mujer. Amé La flor de mi secreto.
ResponderBorrarIgual creo que Jack Black hubiera sido un gran Ignatius. Gracias x leer y comentar.
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