Yamandú Orsi. Presidente electo de Uruguay. |
Buenas tardes para todos y todas. La Caja de Chocolates vuelve al escenario y se pone el traje de analista político para hablar del balotaje celebrado el 24 de noviembre.
Pero, más allá de lo que pueda sugerir la imagen que encabeza esta columna, hecha por un servidor (o sea, yo, no un servidor que alberga el Chat GPT por ejemplo), no va a ser en modo foca. Al margen de que el resultado de la elección fue recibida con la mayor algarabía, voy a despojarme de esa afinidad y comentar un poco cómo fue visto el acto eleccionario fuera del país. Una suerte de "goles uruguayos en el exterior" que nos aliviaba las penas a los jóvenes que padecimos las vacas flacas de otros procesos de selección, y encontrábamos en esos compatriotas un motivo de orgullo, más allá que hayan anotado para el Oviedo o para el Cagliari.
Primero voy a definir a qué me refiero con "Signo de los tiempos". Tiene que ver con el término alemán "Zeitgeist" (Zeit = tiempo, Geist = espíritu, fantasma, alma). O sea, literalmente significa "espíritu del tiempo" y parece que lo acuñó Hegel. Es relativo al estado cultural, económico y social de un país en un momento determinado. Y justamente, lo traduzco como "signo" y no como "espíritu", porque como todos sabemos, el viejo Pepe Batlle le dió un boleo en el tuje a la Iglesia y desde hace más de cien años, la tenemos separada del Estado. Gracias a dios.
Habiendo establecido esto, voy a hablar del día después. Dentro de una amplia gama de repercusiones, me llamaron un poco la atención aquellas que hablaban (o reafirmaban) cierto caracter de "excepcionalidad" de nuestro país. Ensalzaban nuestra cultura cívica, nuestra calma y relativa paz, en una región donde la polarización está mucho más presente, fogoneada y establecida.
Se me viene a la cabeza lo que fue este período de gobierno de Lacalle Pou. Como por ejemplo, lo que pasó con el grito de "ir a la plaza" que lanzó la murga Metele que son Pasteles, ya en febrero de 2020 y con cambio de signo ideológico del gobierno consumado, que provocó una de las ovaciones más grandes que recuerde el Teatro de Verano. Y sé de primera mano que también en los tablados generaron reacciones similares (mi vecino salía en la murga como segundo).
Fue una canción que, justamente, pareció catalizar lo que sentía una parte de la población (signo del tiempo N° 1), que veía a la región y notaba que muchas de las conquistas sociales que se lograron en la época progresista estaban en peligro. En las revueltas en Santiago o en París, o lo que fue el Brasil de Bolsonaro, con figuras en puestos claves que venían de la derecha más retrógrada. Todo eso traía mala espina. Encima, la pandemia, que irrumpió a los pocos días de asumir Lacalle Pou y algunos manejos de la misma por parte del gobierno también influyó en el ánimo de la gente.
Pero, a pesar de la arenga en las redes, que demostraron que no influyen tanto en la realidad como se dice, las intenciones de ir a manifestarse y agitar que manifestaban algunas personas en Facebook y sobre todo, en Twitter, ("no tendrás suerte, y poco a poquito, como pasó en Chile va a ser algo inaudito" decía parte de la canción de los Pasteles), el pueblo uruguayo no salió a romper todo, a quemar Mc Donald's ni a tirar bombas molotov, a pesar de algunos desbordes autoritarios del gobierno.
Esto se debe, y es una opinión muy personal, a que los uruguayos todavía creen en las organizaciones sociales y en los partidos como manera de canalizar su descontento. La juntada de firmas contra la Luc, hecha por el Pit-Cnt en plena pandemia, es prueba muy clara de ello. Además, es paciente ( o directamente, se nos cae un huevo hacer bardo). Y por suerte también tenemos una Corte Electoral que está a la altura. Porque más allá de que sus autoridades eran oficialistas, siempre es un organismo que ofrece garantías y del que nadie osa dudar.
Tenemos una democracia que es muy bien vista a nivel mundial. Según un artículo de Uruguay Siglo 21, tomando como referencia un informe de The Economist, estamos 14 en el ranking Fifa de democracias mundiales. Gozamos de una "democracia plena" (y si a eso le sumamos a Denis Elías, flor de plena). Dejo el enlace al citado informe aquí.
A ver, no es que uno le de importancia a estos informes, pero sí son importantes para agencias, organismos internacionales y gobiernos. Y si nos va hermoso, mejor.
Como por ejemplo este video, un informe sobre el resultado de las elecciones que hicieron en la cadena de noticias NTN24 de Colombia, donde el analista Daniel Zovatto nos compara con los países nórdicos. Sobre todo en lo relativo a lo que se conoce como "estado de bienestar". Bueno, un poco mucho, pero vale la comparación:
A veces no hay que mirar tan lejos. También está eso que es fundacional a la identidad nacional, que es mirar para el otro lado del Río de la Plata y suspirar con alivio "por suerte no soy eso, soy mejor". Será por narcisismo, por un complejo de inferioridad que nos empuja siempre a vernos mejor que el otro, no sé. Pero nosotros tenemos la impresión de que allá son quilomberos, acá somos tranquilos. Son soberbios, acá somos humildes. Viven en la grieta, acá somos una democracia ateniense. Y así sucesivamente.
Para colmo, en estos días ellos miran para acá y ven con cierto asombro y hasta con envidia la manera en que hemos resuelto nuestra brega electoral. Y nos gusta que nos pasen la mano con el lomo, como en este fragmento del programa "Perros de la calle", de Urbana Play 104.3:
Si le interesa ver el video original de donde fue tomado este extracto, lo dejo en este enlace.
Por supuesto, ellos tratan de explicar lo que sucedió acá traduciéndolo a su realidad. Y van acomodando los esquemas de acuerdo a la política de su país. Que es básicamente, lo que hemos estado haciendo todos de un tiempo a esta parte: ya sea por una imposición de una agenda mediática, la red Atlas, Soros y la agenda 2030 o vaya a saber qué, vemos todos en función de "libertad o comunismo", como si esto último fuera un problema hoy, en una etapa de capitalismo desbocado. Nos comprende las generales de la ley. Seguramente muchos se quedaron hasta la madrugada a ver el resultado de las elecciones en Estados Unidos, hinchando por Kamala Harris porque supuestamente era de "izquierda". O cuando nos calentamos cuando Sergio Massa perdió con Milei, porque era el candidato supuestsmente más "afín" a nuestras preferencias políticas. Es que viendo lo que había del otro lado, nos amontonaba el horror.
Y por ahí viene lo otro que quería comentar. Una desairada reacción de ese otro sector (signo de los tiempos N° 2), que viene jugando la "batalla cultural" contra "la izquierda" en cuanta elección haya en el mundo occidental a caballo del relato terraja del "mundo libre", como si vivieran en una película de la época de Reagan y Thatcher. Mucho libertario pro mileísta se llevó una gran desilusión con la victoria de Yamandú, como por ejemplo este personaje:
Todo esto seguramente tuiteado desde la comodidad de un inodoro donde estaba sentado, como todo ser humano normal. No me lo imagino sosteniendo este argumento en la plaza Lafone con un megáfono parado arriba de una caja de lechugas dada vuelta. Pero, en resumidas cuentas, el muchacho, desconociendo el funcionamiento de nuestro sistema de partidos, la tradición política centenaria que tenemos en este país, y el hecho de que ya pasaron 40 años de que retomamos la senda democrática, en su frustración siente que puede lanzar en la cara de todos nosotros este mensaje, muy flojo de papeles. Pero esto es la norma actualmente, así que no debería asombrarnos.
Después tenemos a este muchacho, que cruzó el charco todo emocionado y envalentonado por los vientos en la cola que traen los partidarios de la bandera de Gadsen (la de la famosa viborita con la frase "don't tread on me") para hacer el conteo marcha atrás en el comando blanco, y finalmente se llevó la desilusión de que el candidato "libertario" Álvaro Delgado había perdido la elección. Porque encima ven el mundo de manera binaria, lejos de la paleta de matices políticos que hay en una sociedad. Pobre, se le quedó el grito "viva la libertad, bo" atragantado. Habría que hacerle la "maniobra de Himmler" para desatascarlo. (Ya sé que en realidad es "la maniobra Heimlich", pero valga el chiste).
Dejo de lado la labor a destajo que tuvo el señor Javier Negre y su boletín de propaganda "La Derecha Diario", así también como la de su personero local, el comunicador Ignacio Álvarez, que remaron en dulce de leche para evitar la victoria de Orsi.
En resumen, este "signo de los tiempos" que estamos viviendo nos tiene como un modelo a seguir dentro de un contexto continental donde la polarización es lo común. Donde hay actores flojos de credenciales (...) que lanzan campañas de desinformación o directamente de enchastre contra figuras que, para ellos, coquetean con el "comunismo", como si eso fuese un peligro. El real problema es no dejar que esos discursos de odio, exluyentes y anti derechos, permeen en la sociedad. Por ahora, parece ser que nuestro sistema de partidos funciona como un cortafuegos contra esta tendencia. Pero como todos sabemos, acá al Uruguay las modas llegan tarde.
Hasta nuestro próximo encuentro.
ESESELENTE (Tabaré dixit)
ResponderBorrarHoy leí que aquella primera nena q recibió la ceibalita se recibió de licenciada. Un recuerdo para el Taba
BorrarLo de Facho Alvarez batió todos los records: tuiteó que 1.100.000 que votamos al FA estamos engañados por el "discurso elaborado"
ResponderBorrarYa está en campaña para volver a sacar al Frente en 2029
Borrar...y que él iba a seguir luchando en su programa para que la gente razonara libremente...
ResponderBorrarQué tipo nefasto
BorrarO sea, que vote al prócer de la Tahona.
ResponderBorrar¿Al nene q dijo q venian años buenos?
BorrarNo, a LLP.
Borrar"el que no piensa lo mismo que yo, es porque no piensa..."
ResponderBorrarMuchos de Frente fueron por ese lado en 2019. Se ensañaron con el Interior. Parece q aprendieron de esos errores.
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