Cómo me viste en el cine

 

“Todas las mujeres de mi vida han sido profesoras, bibliotecarias y libreras”

Ray Bradbury


¿Se acuerdan de Barbara Gordon aka Batichica que apareció encabezando este espacio hace ya un mes? En ese momento les dije que íbamos a volver tras sus pasos. Por eso les pregunto: ¿Recuerdan escenas de películas, de series, incluso de dibujos animados, que ocurrían en una biblioteca o donde aparecía una bibliotecaria? 

Mientras lo hacen les hablaré un poco del concepto de imaginario social. El imaginario social es como el álbum de fotos y memes de una cultura: un conjunto de imágenes y relaciones que sirven como la memoria afectiva y social de una comunidad. Es una producción colectiva, ya que refleja lo que las familias y grupos recogen de sus experiencias diarias, tanto las bonitas como las caóticas. Este concepto es clave para entender las representaciones simbólicas que nos hacen decir "esto es tan nosotros" en cada sociedad. El filósofo Bronislaw Baczko explica que el imaginario es como la ventana a los sueños, miedos y esperanzas de un pueblo. A través de él, las sociedades dibujan sus identidades, encuentran a los "villanos" de turno (que bien podrían ser los lunes) y organizan su pasado, presente y futuro. Las ideologías, utopías, símbolos, rituales y mitos que lo conforman son como las historias de Instagram: moldean visiones del mundo, modas y estilos de vida, ya sea para mantener el "status quo" o también para promover cambios revolucionarios. 

Estamos muy acostumbrados a que en las películas aparezcan bibliotecas, bibliotecarios y bibliotecarias, especialmente si son filmadas en Estados Unidos. Una de las razones es que en ese país las bibliotecas están muy bien conceptuadas y son lugares de encuentro en los que se depositan las posibilidades y esperanzas tanto del crecimiento individual como del colectivo. En algunos filmes, la figura del bibliotecario o bibliotecaria es clave para resolver misterios y hallar tesoros. Pero en otros se configura como un obstáculo poco amigable que el usuario debe franquear. Con respecto a la biblioteca, el estereotipo que se repite en el imaginario colectivo es el de un templo donde el saber es guardado y acumulado. Por eso sus responsables son considerados guardianes y custodios de ese saber. Y, si bien en la mayoría de los casos son personajes comunes que se comportan normalmente, en el recuerdo colectivo de los espectadores quedan impresos los más singulares. 

Como la bibliotecología es una profesión altamente feminizada hoy quiero compartir con ustedes algunas bibliotecarias mujeres del cine estadounidense y una yapa latinoamericana. Esto es un recorte que hacemos, por lo que no quiere decir que no haya muchos bibliotecarios varones (en la realidad y en el cine) pero optamos por dejarlos para otra entrega. Ustedes ya me contarán si conocían  a alguna de ellas… 

El sumun de los estereotipos femeninos es la bibliotecaria solterona e infeliz. En su época el gran éxito del film de Frank Capra «Una vida maravillosa» (It’s a Wonderful Life, 1946) marcó un estereotipo difícil de borrar: las bibliotecarias eran mujeres solas e infelices. En esa película, un ángel quiere convencer al protagonista de que no se suicide y para ello le enseña cómo hubiera estado su país si él no hubiera nacido. Así, entre las cosas negativas, le muestra a su esposa transformada en una anciana bibliotecaria vestida modestamente, infeliz, fea, apagada, con sus anteojos, mientras sale de la biblioteca de Pottersville en una brumosa noche otoñal… Una mujer que es lo opuesto a la simpática y alegre esposa y madre de familia actual.




George le pregunta al ángel dónde está Mary. Él le dice "¡Ella es una vieja solterona (old maid), ella nunca se casó! Ella debe estar cerrando la biblioteca." El filme nos dice qué significa ser bibliotecaria. Mary es una "old maid" y en 1946 eso era sinónimo de "librarian". George corre a la biblioteca y allí se ve a una mujer de lentes, mirando preocupada a su alrededor, apretando la cartera y alejándose de la biblioteca. Ella desconoce a George y grita aterrorizada por ese hombre desconocido que reclama ser su marido. En solo un minuto esta escena dice un montón sobre lo que le ocurre a una mujer que no tiene a un hombre a su lado. La Mary bibliotecaria es retratada como una mujer tímida, desvalida y débil entre otras mujeres. Eso sin mencionar las diferencias físicas con la Mary casada y ama de casa ejemplar. La solterona lleva lentes, un vestido poco femenino y sin escote, su pelo tirante hacia atrás en un moño bien estereotipado y cubierto con un sombrero. Luce increíblemente preocupada y los árboles que hacen sombra sobre ella no hacen que luzca una identidad muy brillante.





A pesar de que la bibliotecaria de moño, lentes y saquito burma tiene gran presencia en el imaginario, el cine también se ocupó de dotar de gran belleza y sensualidad al acto de buscar un libro en un estante alto. 




Por ejemplo, Carole Lombard en “Mentira latente” (“No Man of Her Own, Wesley Ruggles, 1932), enamora a un pícaro Clark Gable entre los anaqueles. Por su lado, Vera Miles en “El F.B.I. en acción” (“FBI Story”, Mervyn LeRoi, 1959) es una atractiva bibliotecaria que ama a James Stewart.  Ella se casa con él con la esperanza de que deje el FBI pero es ella quien abandonará su trabajo convirtiéndose en un ama de casa ejemplar, que cuida de sus hijos y se preocupa por su marido.





Más cerca en el tiempo, Goldie Hawn es bibliotecaria en “Juego sucio” ("Foul Play", Colin Higgins, 1978). Aparece como una mujer sola que pasa demasiado tiempo en la biblioteca en vez de salir en la ciudad. Su amiga le dice "Después del divorcio, te has encerrado en aquella biblioteca y puesto detrás de esos lentes. Mírate. Solías ser alguien animado, mostrabas el escote, ¿a qué estás jugando, Old Maid?”




Y como el imaginario social  también sirve para despertar revoluciones traigo el ejemplo de una bibliotecaria rebelde. En “El ojo del huracán” (“Storm Center”, Daniel Taradash, 1956), Bette Davis encarna a Alicia Hull, la responsable de una biblioteca pública muy querida por todos los habitantes del pueblo. Un día, recibe una “invitación” de la corporación local para que retire de las estanterías un libro en el que se predicaban las bondades del comunismo. A cambio, el ayuntamiento le ofrece crear la tan ansiada sección infantil de la biblioteca. Si bien Alicia acepta en un primer momento, luego recapacita y se niega a ejercer la censura en su biblioteca, alegando que no pueden tener miedo de las ideas expresadas en ningún libro. La película supone un alegato contra la caza de brujas, la campaña anticomunista iniciada por el senador Joe McCarthy, durante la primera mitad de la década de los años 50 que tanto afectó al mundo del cine.



En “Su otra esposa” (“Desk set”, Walter Lang, 1957) asistimos al proceso de automatización del centro de documentación de una gran cadena de televisión de Nueva York que instala una gran computadora abandonando los documentos en papel gestionados por un grupo de bibliotecarias . El proceso de informatización hace tambalear el rol de las profesionales y se muestra el miedo a perder el trabajo. Sin embargo, este equipo de mujeres, liderado por una guerrera Katharine Hepburn, demuestra que el factor humano es esencial al mediar entre la información y las personas que la necesitan. 




Y si echamos una breve mirada al mundo infantil, no podemos olvidar el rol determinante que tuvo para Matilda la biblioteca pública y la señora Phelps. Esta bibliotecaria observa detenidamente a la protagonista, se da cuenta de que ella no conoce todos los servicios que proporciona una biblioteca y le hace descubrir las maravillas de poder llevarse libros a casa. En este caso vale la pena observar cómo el cine modificó este personaje al adaptar la novela. Si bien en el libro no se aporta una descripción física de la Sra. Phelps, vemos que en la primera película (Danny DeVito, 1996) la bibliotecaria es una anciana dulce y de apariencia ordenada, mientras que en el musical (Matthew Warchus, 2022) aparece como una mujer joven de espíritu libre, que recorre la ciudad con su biblioteca ambulante. Esta variante da cuenta del cambio de imagen que atraviesa esta profesión. 





Volvemos al mundo adulto para presentarles una bibliotecaria más cachonda. En la mayoría de los filmes las bibliotecarias viven en función de su trabajo, son solteras e introvertidas. Sin embargo, algunas aparecen audaces y propositivas. En «Lugares comunes» de Adolfo Aristaráin (2002), María Fiorentino interpreta a Tutti, quien no solo coquetea con el personaje de Luppi sino que le brinda información  extra que no está en el material que se lleva fotocopiado.




Para bajar la temperatura y cerrar la columna les dejo una bibliotecaria fantasma y una usuaria de biblioteca algo tonta, que dan cuenta de que los estereotipos no solo afectan a las bibliotecarias de carne y hueso. 




Vuelvo al inicio cuando les pregunté si recordaban escenas de películas, de series, incluso de dibujos animados, que ocurren en una biblioteca o donde aparece una bibliotecaria. Entonces, sin guglear, les invito a dejarme anotadas en comentarios tres bibliotecarias que hayan quedado en su memoria como espectadores.

¡Hasta la próxima!

Comentarios

  1. No sirve para la consigna pero me acuerdo de un capítulo de Johnny Bravo (personaje que ahora Ojeda ha vuelto a poner de moda) que era la antítesis de "Qué bello es vivir". Todos los personajes hubieran sido mucho más felices si Johnny no hubiera vivido...

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