El paraíso de Borges

 

Arranco esta entrega con la mente llena de ideas, intentando ordenarlas y darle forma a un tema que me apasiona y del que podría contarles muchas cosas. Estaré hablando, sí, de las bibliotecas. Vengo pensando que quizás tenga que desarmar varios imaginarios para llegar a contagiar esta pasión que me llevó a estudiar una segunda carrera ya de grande.

En general cuando digo que soy bibliotecóloga la gente se sorprende y surgen preguntas de todo tenor. Desde ¿se estudia para eso? hasta ¿tenés que leerte todos los libros de la biblioteca para trabajar ahí? Hoy les invito a intentar definir “biblioteca” en dos o tres palabras y anotarlas ahora en un papelito, antes de seguir leyendo y yo intentaré adivinar…
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¡Silencio!


¿Apareció esta palabra en su mente? ¡Díganme en sus comentarios!

Si bien el silencio puede haber sido una de las principales características de las bibliotecas en el pasado, definitivamente no es así ahora. Si bien siguen existiendo salas silenciosas, que considero igual muy necesarias, las modernas bibliotecas se han llenado de bullicio, charlas y debates.

David Lankes es profesor y director de la Escuela de Bibliotecología y Ciencias de la Información de la Universidad de South Carolina. En 2016 publicó el libro “Ampliemos expectativas: exijamos bibliotecas mejores para lidiar con la complejidad del mundo actual” que pueden hallar en línea y en español. En él plantea:

“¿Por qué tanta gente ve la bibliotecología como anticuada, conservadora y más bien poco atractiva? ¿Por qué, pese a que a la gente le encanta la idea de las bibliotecas y los bibliotecarios, la limitan rápidamente a los libros o a los niños o simplemente piensan en ello como remanente histórico? La respuesta no es que estas personas están equivocadas, sino que deben ampliar expectativas. Hay demasiadas bibliotecas centradas en los libros. Hay demasiados bibliotecarios que reviven la historia y están atrapados en una especie de conservadurismo profesional que da prioridad a lo que hacen sobre la razón por la que lo hacen. Hay demasiados bibliotecarios que consideran que su trabajo tiene que ver con sus colecciones, no con su comunidad. Hay demasiadas bibliotecas que buscan sobrevivir en lugar de innovar y promover el amor por la lectura y el empoderamiento de las comunidades a las que sirven.”


Me voy de nuevo con ustedes al papelito donde anotaron esas palabras iniciales. Es fácil adivinar que otro posible término fue…




¡¡Libros, libros, muchos libros!!

Los archivos y las bibliotecas nacieron hace 6000 años, acompañando primero la administración del excedente y de los impuestos de las primeras civilizaciones,  llevando para ello registro de todo: cuánto se cosechaba, se comerciaba, se legislaba... Luego el conocimiento sobre el mundo comenzó a crecer y se plasmaron, en diversos soportes, desde tratados científicos hasta poemas que intentaban explicar para qué estamos y quiénes somos en este pequeño planeta. Así la humanidad ha concentrado su atención en los libros, dedicándose a custodiar ese saber para hacerlo eterno…

Pero las bibliotecas ya no se basan sólo en libros y objetos sino en el conocimiento y las comunidades. Y esto no pasa sólo porque ahora existe Internet o los celulares. Las bibliotecas, según Lankes, “construyeron la red antes de que la llamáramos la Red. Ya hacían crowdsourcing [que podemos traducir como trabajo colaborativo] de conocimiento y rastreaban montañas de información antes de que existieran Google o Facebook e incluso antes de que hubiera tuberías en las casas.” Y creo fervientemente que van a sobrevivir a la existencia de estas tecnologías aunque los libros electrónicos puedan llegar a ser los únicos soportes. Y esto es porque las bibliotecas ofrecen mucho más que acceso a la lectura. 

Si en la visión de Lankes avizoran a nuestro amigo Oldenburg no están errados. Debemos recordar que las bibliotecas públicas fueron en sus orígenes lugares de encuentro de la comunidad. Si bien en algunas culturas (especialmente en el ámbito anglosajón) estas instalaciones acompañaron inicialmente un afán disciplinador de las clases más bajas, promoviendo el self-made man y la construcción de un ciudadano de bien, también habilitaron el desarrollo de las rebeldías y las reivindicaciones de los más oprimidos. Podemos aventurar que el feminismo nació en las calles pero también en las bibliotecas. Y leí por allí que “hacer anarquismo es poner bibliotecas”. 

Lankes plantea varios argumentos que justifican la existencia de las bibliotecas a lo largo del tiempo. Según él, son agentes de compras colectivas, generan estímulo económico, son centros de aprendizaje, red de protección, protectores del patrimonio cultural, cuna de la democracia, símbolo de las aspiraciones comunitarias y, claramente, son un tercer lugar. 

Para darle la razón pensé en hacer el clásico checklist de características propias de los terceros lugares que ya compartimos en anteriores columnas para verlo patente en las bibliotecas. Pero pienso que eso puede quedar para otra entrega y ahora solo compartir algunas pocas experiencias que he ido juntando en mi memoria y en mi corazón.

Las bibliotecas de nuestros liceos


Sé que las experiencias pueden ser variadas pues depende quién trabaje en ellas, los libros que tengan o el espacio y tiempo que el liceo les asigne. Incluso pueden ser muy diferentes a lo que ustedes vivieron cuando fueron estudiantes. Pero pasan cosas hermosas, doy fe.

Les comparto el testimonio del liceo 26 de Montevideo pero pueden explorar más de estos videitos que propusimos para festejar el Día del Libro el año pasado bajo la consigna "Felices bibliotecas".

Las bibliotecas populares

En Canelones existe una biblioteca popular hermosa. Se llama Tu Biblioteca Popular Shangrilá “Edelweiss Zahn” y fue fundada en 1998 asociada a un comité de base. No había en ese momento bibliotecas públicas en la zona y un grupo de militantes comenzó este ensayo en una pequeña habitación con libros donados. Actualmente es un centro cultural y comunitario coordinado por la Comisión de Fomento de Shangrilá. La comunidad, con apoyo del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, financió la construcción de un nuevo edificio, inaugurado en 2013. Pero fue creciendo cada vez más, financiando las obras con rifas y donaciones generadas por la propia comunidad, al punto de contar hoy con un auditorio, una plaza de juegos y una huerta comunitaria. Es uno de los pocos edificios de Uruguay construidos especialmente para ser una biblioteca, tiene una colección de más de 26,000 libros y alrededor de 4,000 usuarios.

Este breve video lo hizo una bibliotecaria argentina que es muy genia y que se llama Carolina López Scondras, suma en mujer de Oldenburg y Lakes.


Las bibliotecas públicas

Les traigo un breve resumen de lo que ofrece la ciudad de Medellín a lectores de todas las edades. Tienen allí un sistema de bibliotecas públicas muy rico y con múltiples facetas. Viajé en 2018 y conocí tanto bibliotecas públicas barriales como algunos Parque Bibliotecas que son verdaeras intervenciones urbanas que se plantearon como forma de colaborar en la construcción de la paz que tanto necesita esa ciudad. En Uruguay las realidades son diversas porque, si bien las bibliotecas púbicas son coordinadas por la Biblioteca Nacional, dependen directamente de los gobiernos locales, tanto municipios como intendencias. Por ello, el personal a cargo, las colecciones de libros, las actividades y horarios que ofrecen dependen, en primer lugar, de voluntades políticas.


Pero, como se ha visto en los planteos de Lakes y Oldenburg, las bibliotecas como terceros lugares se fundamentan y crecen gracias a que las comunidades demandan, proponen, las defienden y las habitan. Si te parece que una biblioteca en tu barrio es buena cosa, juntate con 5000 y juntos repiqueteen las manos. Porque, como dijo Federico García Lorca: 

“¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras”

Espero que les haya gustado la entrega de hoy, nos vemos en 15 días.

Notas al pie: 
1. El cartel de Silence, lo encontré en esta página. Si bien no indica de dónde es, el artículo que la contiene abre una interesante discusión sobre la necesidad del silencio para escapar a la alienación.
2. La imagen de los libros corresponde a una composición artística llamada Idiom. En ella el escultor eslovaco Matej Krén utilizó 8000 libros y dos espejos para crear una torre de 5.2 m de altura y 2 m de diámetro que da sensación de infinito. Fue creada en 1995 y expuesta en São Paulo, en 1998 fue comprada por la biblioteca municipal de Praga y desde entonces corona su entrada.
3. La frase de García Lorca forma parte del discurso que dio al inaugurarse la biblioteca de su pueblo natal, Fuente Vaqueros (Granada), en septiembre del año 1931.
4. La imagen del inicio corresponde a la actriz Yvonne Craig interpretando a Batichica en la serie televisiva Batman, en 1967. Barbara Gordon era en su vida cotidiana una bibliotecaria que cumplía con  los clásicos estereotipos de tranquilidad y reserva. Pero era a su vez muy tenaz y mostraba gran destreza intelectual. ¿Por qué no puse el pie de foto allá arriba? Primero por cuestiones estéticas y luego porque en una suerte de clickbait quise llamar vuestra atención. Pero prometo  que de estas construcciones sociales sobre las bibliotecas y la gente que trabaja en ellas me ocuparé en próximas entregas, no quiero quemar todo ahora...

Comentarios

  1. Hoy en Uruguay se festeja el Día de las Bibliotecólogas y los Bibliotecólogos. Para festejarlo la Biblioteca del Poder Legislativo sacó una ficha homenajeando a Edelweiss Zahn, la mentora de Tu Biblioteca Popular Shangrilá. Merece ser compartida para que sepan más de su vida y obra. https://pmb.parlamento.gub.uy/pmb/opac_css/index.php?lvl=cmspage&pageid=4&id_article=225

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  2. Una biblioteca puede ser muchas cosas. En 2003, cuando recién llegué a Barcelona y aún no había cobrado mi primer sueldo, la red de bibliotecas públicas ofrecía una computadora con conexión a internet gratuita durante una hora, lo que me permitía escribir largos correos a mi familia y amigos. También pude acceder a un CD de Les Luthiers que alivió mi nostalgia por un momento mágico. Todo eso puede ser una biblioteca, además del refugio que ofrece en lugar de deambular. El concepto actual de adueñarse del objeto en detrimento del préstamo y de compartir en comunidad atenta contra la institución de la biblioteca y, en un sentido más amplio, contra la sociedad. ¡Siempre es un placer visitar este lugar!

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