Se acaba de estrenar "El último pub" -mecagoendió, si se llama "The old oak" en su inglés original, no le pongan otra cosa que "El viejo roble", caras de chota- film que retorna al director Ken Loach a su mejor nivel, con la calidad habitual para retratar convincentemente a la clase trabajadora, pero planteando temáticas y críticas candentes en estos tiempos políticos de confusiones, frases hechas y renunciamientos penosos.
Por razones que ignoro, Cinemateca Uruguaya insiste en catalogar a Loach como "trostkista". Y algún medio español dice que su "Tierra y libertad" (sobre la Guerra Civil española) es casi una propaganda del Partido Comunista Británico anti anarquista (yo vi exactamente lo contrario). Lo cierto es que el viejo Ken se define como "socialista anti autoritario" (como yo), lo que no lo lleva necesariamente a votar al PS (como yo). Es más, durante un gran tramo de su vida formó parte del Partido Laborista, excepto en los tiempos del derechista Blair y ahora, con el centrista Starmer, que lo expulsó a él y a todas las corrientes izquierdistas. Ahora tiene 88 años (como... ¡no! nada, nada) y dice que ésta fue su última película.
Lo cierto es que Loach ha hecho cine político, pero del bueno. No el que te tira un panfleto por la cabeza o afirma que multitudes populares se unirán a la consigna del que habla, sino aquel que humildemente observa a las clases obreras con todas sus contradicciones, sueños, limitaciones, derrotas y errores. Ver las cosas tal como son realmente, es el mejor inicio para poder cambiarlas.
En "El último pub" (grrrr) Loach sitúa su anécdota en un pueblito del norte de Inglaterra, que se está despoblando progresivamente, ya que no existen más minas o fábricas que den trabajo y hasta los servicios públicos se van yendo. No tienen ni siquiera un lugar para reunirse, más que un minúsculo pub llamado "The old oak". Allí, a ese pueblo, envían a un grupo de refugiados sirios, bien lejos de Londres y de la mirada pública.
La gente del lugar, apática y alcohólica, resignada y tradicionalista, se las agarra con esos extranjeros que están peor que ellos, porque lo han perdido todo en su patria. Como dice en algún momento el protagonista dueño del pub: -Esto al final se convierte en una lucha entre pobres. Nunca miramos a los de arriba cuando hay que buscar culpas.
En la detestable franquicia "Los juegos del hambre" y otras por el estilo, a menudo se muestra una "revolución" con algún símbolo como un chiflido o un dedo levantado, cero ideas o consignas y la inmediata adhesión de todo el mundo, salvo tres o cuatro "malos". Loach nos muestra a las clases populares inglesas derrotadas y humilladas por el neoliberalismo y el thatcherismo, dedicado a arrasar con sindicatos y cualquiera otra organización humanitaria, retirando al Estado de cualquier ayuda a quienes más lo necesitan (con la única excepción del sistema de salud gratuito, demasiado popular para atacarlo), especialmente encarnizado con el movimiento minero, como en el pueblo del film.
Loach |
Nada de rebeldías de cartón (o de película) por causas asépticas. Esto se llama lucha de clases y en ella, el poder del dinero ganó. El director menciona muy al pasar a la llamada izquierda institucional europea, que tendría que lavarse la boca antes de poner carteles electorales con palabras tan ajenas a sus intereses y sus ideas como "socialismo", "obrero" y "popular". Que ha entrado de lleno en el racismo y la xenofobia que ha levantado como banderas la derecha, sin demasiada resistencia. Que se ha transformado en una "izquierda caviar", llena de trepadores de traje y limusinas, traidora de su historia y de la clase que la fundó.
Loach presenta a sus personajes como son y no como quisiera que fueran. Con una sobriedad técnica que es la que mejor se adapta a su realismo, no excluye las contradicciones ni tampoco el humor. Logra que su discurso surja naturalmente de la situación, lo que no es nada sencillo y uno termina emocionándose por su reivindicación de causas perdidas. Que no deberían de estar perdidas. Si algo se le puede reprochar al viejo Ken, es que los inmigrantes sirios son mostrados todos amables y simpáticos, quizás por solidaridad con su causa, quizás por intentar cambiar la opinión que se tiene de un grupo estigmatizado.
Cuando hace unos cuantos años lo quisieron condecorar con la Orden del Imperio (o sea, pasar a ser Sir) la rechazó y manifestó poco después que el título que más lo enorgullecía era el de ser el "enemigo público nº 1" de la vieja Thatcher y su funesto legado. Eso es incorrección política y no un facho justificando la violencia a las mujeres (por ejemplo). Loach sigue siendo incorrecto y rebelde y "The old oak" lo demuestra con su consigna sindical (en inglés y en sirio): "Fuerza, Solidaridad y Resistencia". Es también su despedida del cine a los 88 años (como tenía Delon). Te necesitamos más que nunca, viejo compañero.
Y.E.T.P.A.P. (Ya Es Tarde Para Afiliarse a Previsión)
ALAIN DELON (88) - Probablemente, el actor más hermoso del siglo XX, se llamaba Alain Fabien Maurice Marcel Delon. Nació cerca de París en una familia de clase más bien alta, pero sus padres se divorciaron enseguida y ahí marchó Alain Fabien Maurice Marcel a pasear su bella caripela por internados y escuelas, de donde casi siempre lo echaban. Combatió en Vietnam (o Indochina) y estaba tan bien hechito que pronto lo descubrieron y tuvo rápidamente oportunidades para la actuación, luego de pasar por dos o tres camas adecuadas. Su primer protagónico llegó ya en su tercera actuación: "Cristina" (1958), un melodrama de época junto a Romy Schneider, el gran amor de su vida.
Seguirían los éxitos, mezclados -como buen actor europeo- con films más artísticos: "A pleno sol"; "Rocco y sus hermanos"; "El eclipse"; "El gatopardo"; "El tulipán negro"; "El Rolls Royce amarillo" (Peñarol, Peñarol); "¿Arde París?"; "El samurai"; "Los aventureros"; "Adiós al amigo"; "La piscina"; "El clan siciliano"; "El sol rojo"; "El asesinato de Trotsky"; "Dos contra la ciudad"; "El otro señor Klein"; "Asesino calibre 45"; "El gran amor de Swann". Ganó un Cesar en 1985 por "Nuestra historia" de Bertrand Blier, donde hacía de veterano más bien vulnerable, film inédito por aquí y nunca pudo tener éxito en Hollywood, a pesar de varios intentos. Aparte de enamorar a gente de todas las orientaciones sexuales, era un intérprete más bien limitado, pero con presencia en la pantalla. Trabajó casi siempre en policiales, algo que a los franceses se les da muy bien.
Hacía años que había conocido esta sección y andaba con ganas de aparecer en ella. Se te dio, viejo cachafaz.
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SEAN LOS ORIENTALES TAN ENFERMOS COMO ESTÚPIDOS (VI)
Imagínese, señora lectora, señor lector, que usted ha sido exitoso en el ramo de bares y cafés, habiendo fundado alguno de los más famosos de la ciudad y consiguiendo además, alguna jugosa representación. Como usted también es hábil para los toma y daca, desde hace tiempo su nombre es más que respetado en Cambadu (*), gremial donde su opinión es muy tenida en cuenta.
O sueñe con que es jefe en el Palacio Legislativo, está allá desde hace muchos años, ganando un sueldo que mete miedo y con contactos políticos diversos que le facilitan mucho la vida en todos sus órdenes. Pues bien, en cualquiera de estas dos situaciones, usted podría con muchísima más facilidad que la inmensa mayoría de los orientales, ubicar a esa hija o sobrina joven para que comience más cómoda que un 8 a 0 su vida laboral, profesional, o como quiera llamarla.
Sin embargo, en los dos casos que estoy pensando, ambas chicas favorecidas por la suerte desde el comienzo terminaron laburando en la Española. ¿Cómo se explica eso? ¿Cómo un padre no le compraría un café o bar a su hija para que ella lo dirija teniendo toda la papita en la boca (y guita en el banco como para no calentarse demasiado si sale mal)? ¿Cómo una tía no va a conseguirle a la sobrina un puestito cualquiera de administrativa en el Palacio donde va a ganar más que la inmensa mayoría de los trabajadores de su edad?
La respuesta es obvia, señoras y señores: porque no sirven para nada.
El gallego no es boludo y sabe que si le da un bar a la hija para que se lo maneje, lo choca contra un árbol. La tipa -que tiene las mismas iniciales que el maestro Dolina- no quiere nada con el laburo, con las responsabilidades ni con complicarse la vida y, como muchos que nacieron con la vida arreglada, cree que sus genes son superiores a los de los demás. Actualmente, es Jefa de Departamento con 6 (¡seis!) funcionarios a su cargo. Imagínense un General del Ejército, ganando el sueldo de General, con sólo 6 soldados al mando. Bueno, esta Jefa -a la que algunos le decían "culo de estatua", porque nunca hizo un sorete en su vida- debe de estar cobrando arriba de $140.000 por mes por no hacer NADA. Ni siquiera va casi al laburo y si va, es para el primer piso, a alcahuetear a los de Gerencia. Una vez -supongo que cansados de pagar ese sueldo tan al pedo- le dieron una sección importante y se la tuvieron que sacar de las manos en menos de dos años porque la hizo moco.
La otra, la de la tía en el Palacio, duró mucho menos y llegó no muy lejos por algunas razones adicionales. A saber, era bastante monga. Un día, aburrido de que estuviera sentada mirando al techo le mandé a que fuera a buscar a Centro de Cómputos un listado que yo acababa de generar, de estadísticas de la Policlínica Solymar. Si ese era el -digamos- día 15 que la tipa llevaba trabajando ahí, entonces, sin duda esa fue la decimoquinta vez que le tuve que decir adónde quedaba el susodicho Centro. El compañero de Cómputos después me contó cómo sigue la historia:
Él estaba arrodillado en el piso, tratando de conectar un cable a una torre o algo similar, cuando notó que a diez centímetros de él había una desconocida parada.
-Buenas tardes, ¿te puedo ayudar en algo?
-Solymar
Luego de ese escueto saludo y explicación, el compañero tuvo que deducir él solito que, como había visto que yo había generado un listado importante de la Pol. Solymar y que sabía que yo estaba en día de cierre y que me habían puesto a una tipa rara a trabajar conmigo; deducir, decía, que ella era la rara que venía a buscar ese listado.
-Ah, tú sos la compañera nueva que trabaja con Mario y viniste a buscar el listado que recién mandó...
-Solymar -contestó a modo de afirmación.
El compañero, finalmente, le entregó el dichoso listado y le dijo a la chica que habían dos o tres listados también míos pero que no eran tan urgentes y si no aprovechaba a llevármelos también.
-Solymar -dijo, negándose.
Después me preguntó: -Vo, ¿qué me mandaste? ¿Un robot a cuerda?.
Es claro que por más nueva e inexperiente que fuera, una joven de casi 30 años como ella pero más o menos completa, saluda y le dice: -vengo a buscar un listado (aunque no sepa qué es) y agradece y si le dan otros, razonará que vienen al caso, aunque todavía no los conozca.
Obviamente, si la tía le conseguía trabajo en el Palacio, las volaban de un boleo en el tujes a cada una. Entonces la solución, ¿cuál es?. La pongo a laburar en la Española, claro.
El día que se murió la tía, ya bastante anciana, y como ya no estaba más Magurno, su amigo y mentor, la sobrina quedó en la calle. ¿Pasará lo mismo con la otra inútil? No sé, una cosa era Magurno y su pachequismo y otra, Cambadu, que seguirá estando cuando el susodicho padre se vaya para Los Pinos.
(*) CAMBADU y CUTCSA son dos entidades que tienen mucho peso en la Asociación Española. De ahí vienen los integrantes (casi todos) de la colectividad que toman las decisiones empresariales en la mutualista (digámoslo así). En las elecciones generalmente se presenta una lista única (la 1) pero siempre tiene que haber dos o tres representantes de ambas organizaciones, sin que una prime sobre la otra.
Me dieron muchas ganas de ver "El último pub" (no, mentira. "El viejo roble"). Le voy a echar el ojo a ese viejo zurdo, me cayó bien.
ResponderBorrarDale con fé. Vale la pena.
ResponderBorrarEl viejo roble caras de chota y si admito que lo google asi y obiamente encontre otra cosa
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