El revoque fatal de la belleza.

El glamour  tiene su precio caro en ocasiones.

A todos en nuestra niñez nos han preguntado qué queríamos ser en la adultez y nuestras respuestas en su mayoría eran: maestras, policías, veterinarios, bomberos y doctoras.

Y esa última profesión es la que eligió Oneal Ron Morris, persona de la quien les contaré esta historia.

Si son lectores habituales de mis columnas publicadas en el blog, cosa que agradezco mucho, recordarán que les hablé del caso de Rajee Narinesingh, que fue víctima de la "Doctora Cemento", quien le inyectó en su rostro cemento y sellador de neumáticos dejándola desfigurada. Pues bien, después de este recordatorio pasemos a la entrega de hoy.

En Cuba, en 1981, nació un niño más en la Habana caribeña que con el pasar del tiempo empezó a sentir que el cuerpo que habitaba no conectaba con su identidad sexual. Así que migró para Estados Unidos, más precisamente para Miami, para ahí poder cambiar su sexo y convertirse en mujer.


Después de su cambio de sexo se obsesionó con las cirugías estéticas. Comenzó a fingir ser médica y ahí empezó su macabro engaño con retorcidas prácticas a sus pacientes.

Se hacía pasar por médica y les inyectaba sustancias tóxicas en los glúteos.

La "Doctora Cemento" empezó su zafra aprovechando la moda actual que era furor en esa época: colas grandes, senos firmes o llamativos y rostros que eran como la mismísima diosa griega de la belleza, Afrodita.

Todos los pacientes que llegaban a sus manos querían alcanzar esa belleza pero en cambio recibieron otra cosa.

Lo barato sale caro

Las pacientes que le llegaban a la supuesta cirujana plástica en estética no eran muy adineradas, por lo que el tratamiento que hacía la Doctora Cemento no era costoso. Con tan solo 700 dolares lo hacía en una habitación de un hotel donde te prometía quedar como nueva.

Pero era muy difícil quedar bella después que te inyectaran cemento, aceite mineral, pegamento, silicona y sellador de llantas en los glúteos. Al principio parecía todo normal pero con el tiempo, varias de sus pacientes se enfermaron gravemente o quedaron desfiguradas.

La misma “Doctora Cemento” se inyectaba su misma receta, estaba convencida de que era una experta y al principio parecía que funcionaba. Pero a partir de 2011 muchas expacientes suyas comenzaron a denunciarla porque sufrían terribles dolores y sus cuerpos se empezaban a deformar.

La falsa médica debió enfrentar a la justicia. Fue juzgada por mala praxis y no tener licencia para ejercer. Pero la situación empeoró para la falsa doctora cuando su expaciente Shatarka Nuby murió a los 31 años con necrosis en los glúteos. Fue una infección generalizada y recién ahi la justicia detuvo a Oneal Ron Morris.

Fue acusada de “homicidio involuntario” y la sentencia fue 10 años de cárcel más
 5 años adicionales por los otros cargos de mala praxis.


En la audiencia la madre de joven fallecida Kisha Jones le reclamó a la presunta cirujana: “Usted nos dio su palabra de que los productos que estaba usando eran productos excelentes y descubrimos que no lo eran”. La mujer reveló que su hija murió tras 18 meses de sufrimiento “sin saber la totalidad de lo que le habían colocado en su cuerpo”.

Por su parte, la acusada siempre se declaró inocente de todos los cargos.

Y aquí termina la macabra historia de la "Doctora Cemento", una falsa cirujana que prometía belleza divina a sus pacientes, pero lo único que les trajo fue tragedia.

Llegamos al fin de esta columna, muchas gracias por haberla leído (y la columna también).

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