Maternidark II

 

Hace unos días en el programa de tv “Relatos” en TV Ciudad, hablaban sobre la pobreza infantil. La entrevista era a las madres. Familias monoparentales, aunque deberían llamarse monomarentales. Son las madres siempre las que sostienen casas precarias, frías, que se llueven. Una contó que no tenía calefón y calentaba agua con un zum para bañarse.

Mirando el programa pensaba en Dahiana. Ella hace años va a la casa de mi madre, dos o tres veces al mes. Es una mujer joven, aunque no lo parece. Vive con su pareja que, por supuesto, es alcohólico y violento. Tiene tres hijos, pero solo dos viven con ella. Hace muchos años que el INAU decidió que su hijo mayor, que tiene una discapacidad, viviera con su abuela. 

Este último año su situación cambió notoriamente. Se nota en su aspecto, su ropa muchas veces está sucia y tiene las manos quemadas y sucias como la de las personas que viven en la calle. A pesar de tener su casa no tiene ni agua ni luz. Mi madre la ayuda, le da ropa, juguetes o cosas que en casa ya no se usan. A veces es para ella y sus hijos, otras veces es para vender. Una vez le preguntó a mi madre si ella no se ofendía en que vendiera algunas cosas así juntaba para el boleto. Porque ya le había pasado que otra vecina ya no la ayudaba por ese motivo. Mi madre a veces le da dinero. Porque qué sentido tiene que le dé comida si no tiene ni gas para cocinar.

El Estado abandonó a Dahiana y sus hijos como abandonó a muchas madres en su misma situación. Ella tiene a mi madre y otras vecinas que de alguna manera la sostienen. No todas corren con esa “suerte”. Sí, lo de suerte es una ironía.

Esto me lleva a pensar en los que reclaman en algunas situaciones que las feministas actuemos. O en los violentos machirulos que nos piden pruebas intelectuales de qué tan feministas somos o pretenden que actuemos midiéndonos la poronga a ver qué mujer es más feminista que otra.

Feminista es mi madre, aunque ella no se defina de esa forma, tal vez no lo sabe. Ella jamás leyó un libro de feminismo. Probablemente no sepa quién es Simone de Beauvoir ni Rita Segato, no lo necesita. Es feminista porque así actúa su sororidad: le nace del alma, de su experiencia de vida. Feministas son las mujeres que viven en un asentamiento y teniendo las mismas carencias que sus vecines se organizan para hacer una olla popular y tratar de que a ningune le falte un plato de comida.

Las masculinidades frágiles se dieron cuenta que muchas ya no nos medimos por quién tiene mejor culo y pretenden que nos midamos el feminismo. Lamento decirles que la estrategia no funciona. “Lamento” también es una ironía.

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