La búsqueda

Algún lugar encontraré…

Café des 2 Moulins, París.

Pensando sobre qué escribir caí en la cuenta que mi devenir se alimenta de una búsqueda constante. Iba a escribir “nuestro devenir” pero siento que para acordar ese plural necesitaré de vuestras lecturas y comentarios. Se busca un estado, una forma de vida, algo que nos encienda, algo que nos colme, algunos le llaman felicidad, otros sentido vital, otros trascendencia… Pero no estoy aquí para filosofar, no es mi rubro ni mi intención.

Igualmente, no sé si será cosa de la edad pero me he puesto más contemplativa y eso me ha llevado a identificar ciertos ritmos que se reiteran en mis prácticas y acciones. Habilitar tiempos y espacios para encontrarme con otros en lugares es uno de ellos. Por eso es que desde hace tiempo me he puesto a prestar atención al funcionamiento de esos encuentros: qué nos mueve, qué nos convoca, qué lugares son aquellos que provocan la magia. Será esa es mi búsqueda…

Para arrancar hoy les presento la teoría del tercer lugar del sociólogo estadounidense Ray Oldenburg que me enamoró y me ha servido de brújula. En 1989, Ray publicó un libro llamado “The Great Good Place” que no tiene nada que ver con la serie que recomendó Santiago en el programa pero puede llegar a tener relación… Para llegar a entender por qué él habla de un tercer lugar tenemos que mencionar los dos que lo anteceden. El primero sería el hogar, nuestra casa, la que habitamos con quienes, en principio, amamos. El segundo es el trabajo, espacio y tiempo que, en principio, odiamos. Si bien nuestra casa podría asociarse más con el placer o la distensión, ambos lugares tienen en común que funcionan gracias a una cultura de la organización, con normas y rutinas.

Resulta que este sociólogo, en medio de una mudanza e intentando habituarse al nuevo barrio, se dio cuenta que no había gente en las calles y que nada parecía propiciar vínculos sociales más allá del hogar o del trabajo. Lo primero que hizo fue armar una especie de boliche clande en su garaje, dotarlo de buenas y variadas bebidas y ser buen anfitrión. Miércoles y domingos a tal hora podía caer la gente y así encontrarse un bibliotecario de la universidad con un cuñado de Ray o con un médico jubilado que vivía cerca. Así fue que se creó un tercer lugar en su barrio y empezó a relojear si existían otros y cómo funcionaban.

La propuesta es ir descubriendo características y beneficios de estos terceros lugares junto a ustedes en las siguientes columnas. Hoy les comparto solo algunas para ir haciendo boca. En estos terceros lugares el clima es otro, la gente se reúne, interactúa y comparte de forma relajada. Si bien hay ciertas pautas, es un espacio neutral donde no hay jerarquías y nadie nos obliga a estar. Es común que haya figuritas repetidas que se reúnen allí de forma regular pero siempre están abiertas a recibir nuevos integrantes que enriquecerán la experiencia.

Evidentemente esta teoría puede tener fisuras que nos lleven a cuestionarla, más en tiempos de postpandemia, redes sociales y home office. La idea es también problematizar ciertas cuestiones de nuestra cotidianeidad que pueden llevarnos a ver con escepticismo estos planteos o considerar que responden únicamente a dramas burgueses…

Les invito a pensar cuáles son sus terceros lugares, dónde y cuándo se juntan con otras personas simplemente a gozar. Espero que saborear esas experiencias en sus cuerpos y almas les den ganas de compartirlas aquí abajo en comentarios y así yo pueda nutrir las siguientes entregas con sus aportes.

Gracias por llegar hasta acá, la próxima invito la vuelta.

Comentarios

  1. No conocía la teoría pero tengo más de un tercer lugar creo. El fútbol, jugar a el y todo lo que conlleva es algo más que importante, no es solo ir a patear una pelota, es la antesala, el después, hablar de los goles, las faltas, jugadas, etc y claro ese tercer tiempo que es charlar entre amigos. El otro creo que es la pesca, sea en soledad o acompañado. Ahora se me. Ocurren más como la música y todo su entorno que en mi caso es enorme, con decir que si estoy acá en Uruguay es por la música. Gran entrada jimes

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  2. Gran estreno Gran Jimeeeees. Felicidades y ahora pensando en mis terceros lugares, los cuales han mutado tanto como yo, creo que es fundamental es que sea SEGURO. Seguro para ser yo, para reír a carcajadas, putear, llorar y sentir que en ese lugar estoy seguro de ser ese yo que soy sin tener que cuidarme de juicios (igual, siempre hay)

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  3. Me hizo pensar la teoría del tercer lugar. Seguramente sea cultural, genético incluso, o geneológico no sé. Ese tercer lugar por lo que pienso ahora, a las apuradas, generalmente es un encuentro con lo que nuestra especie y sus antecesoras, dicen que fueron durante cientos de miles años. Seguramente uno busque la tribu donde tener algo en común une, da placer y abrigo. Entonces algunos practican algún deporte, o se son fans de un grupo o en estos nuevos tiempos son otras cosas que por mi edad no logro identificar. Debemos llevar en la sangre, en vaya a saber qué molécula raigal, la necesidad de ser muchos para ser uno. Y allí ha de estar ese tercer lugar. Gracias por la reflexión. Te dejé anotadas en el mostrador dos medidas de caña con butiá.

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  4. Como dice Tatanka, nuestros terceros lugares van mutando con nosotros. Cuando era adolescente o joven adulto, usábamos mucho los lugares públicos como plazas o parques. Cuando crecimos un poco y empezamos a tener plata nuestra podía serlo algún bolichito de precios amigables. El que estaba por Guayabos a media cuadra del Unibar, con un altar a Prodan supo ser testigo de más de una tertulia en la que salvamos al mundo, aunque este no se enterara. Cuando dejamos de vivir de prestado en las casas de nuestros padres y pasamos a tener nuestros propios hogares (aunque todos alquiláramos) se volvieron muy presentes en el rol de tercer lugares aquellos cuya función principal era la de primer lugar de un integrante de la barra de amigues. En repetidas ocasiones se han desdoblado en tercer lugar para tener eventos donde la excusa puede ser lo lúdico, lo gastronómico o simplemente las ganas de ver al otro.

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  5. Ya generaste un tercer lugar! A mis 21 años trabajè un tiempo en Starbucks y ellos, en la induccion, nos deican que eran eso, ese tercer lugar entre la casa y el trabajo o lugar de estudio. Me encantò resignificarlo, y me encantaria tener un garage para convertirlo en un bar de los que ya casi no quedan. Genial Jimes, nos seguiremos encontrando entonces...

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  6. Que gran columna Jimes y me sumo a contar que mi tercer lugar siempre fueron mis amigos y no importa dónde, sea en una casa, un bar o un plaza, sea cual se el lugar el poder disfrutar con ellos de risas, chismerios o lo que sea, ese es mi tercer lugar seguro.
    Me encantó y acá estaré esperando por tu próxima columna.

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  7. Muy interesante. Con esta idea en mente, mi tercer lugar fue por mucho tiempo la Facultad. Ahora sería un taller de murga que arrancamos a ir hace poco con esposa y que depende de Bienestar Universitario. Un espacio a cargo de Rafa Antognazza y el Conejo Pintos. Muy buena columna.

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  9. Jimes, que placer leerte. Que honor estar parado en el mismo alambre que vos.
    Ya lo han dicho y no voy hacer más que repetir, eso de que los terceros lugares han ido mutando junto con mi pensamiento, me reconozco con dificultad para corresponder a relaciones de amistad, no por falta de empatía sino más bien por sobre dosis de boludismo. El fútbol, la plaza y el after office han sido terceros lugares, con conocidos, con compañeros y con un manojo de amigos, escasos y tolerantes para conmigo. Hace muy poco de inauguró un nuevo tercer lugar con mi nieta, y lo cuento como un nuevo espacio porqué nuestra relación es de gustos en común, a ambos nos gusta dibujar y dedicamos un tiempo generoso a esa actividad. La mayor de las veces a través de una pantalla pero logramos un tiempo de conexión muy fluido y armonioso. Dónde no cuenta nuestra consanguineidad sobre el compartir.
    Bueno ya me fui al carajo. Repito es un honor estar en este lugar con vos.

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  10. Mi tercer lugar tiene vida propia, y como dijo claudio arriba, son mis amigos. Son muchos conformando un tercer lugar. Independientemente de que cada uno de ellos pueda ser en sí mismo un tercer lugar, lo mío de ese tercer lugar (o esos terceros lugares) genera que la sensación se repita. Jamás sentí que algo faltaba sí solo estaba con uno, ni sentí agobio si estaban todos. ¿Serán muchos terceros lugares?
    Me reúna con uno cualquiera o con todos, es un tercer lugar fijo, pero con movimiento.

    Brillante columna.

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  11. Buenísimo Jimes, me dejaste pensando en mi tercer lugar, y no encuentro uno, la verdad los dos primeros en esto del Home Office son el mismo lugar digamos así que buscaré el segundo. Amigos me quedan pocos, los 20 años afuera hicieron estragos, Hasta hace un año, mi segundo lugar era sentado en una moto por las montañas de Virginia, ahora sin moto me imagino que mi segundo lugar es agachado frente al motor de algun auto con mi hijo o alguno de esos pocos amigos que quedan, engrasado hasta los dientes, y una cerveza en el piso con un par de vasos.

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  12. Les quiero agradecer a todos por los comentarios por aquí y por fuera del blog. Tomo nota de todos sus aportes y recuerdos para mí próxima entrega. Si respondiera a cada uno quizás develaría muchas y largas reflexiones, jeje. Así que la seguimos en la próxima. De nuevo: ¡mil gracias!

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  13. Gran columna Jimes! Tengo mi tercer lugar, se llama Jueves Santo. Un amigo sufrió una depresión profunda que lo llevó a perder su trabajo. Ése proceso lo vivió en silencio. Nos enteramos tiempo después. Él episodio nos llevó a pensar que si hubiéramos estado más cerca , quizas los daños hubieran sido menores. Así que decidimos juntarnos una vez al mes para evitar que esos acontecimientos se repitan. Los llamamos Jueves Santo y llevamos 5 años haciendo terapia grupal o hablando de bueyes perdidos.

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