Del Plagio Oriental

 

Y la historia se repite

Guerra a guerra

Paz a paz

Se transmite la memoria

¡Gloria, gloria! ¡Aleluya!

Y los hijos se equivocan casi como los papás”

Lo veníamos diciendo, las cosas no pintaban para nada bien y los bandos ahora identificados con sus coloridas insignias apenas estrenadas, reflotaban odios pasados que no hacían más que repetir la historia. Así el Uruguay fue yendo de una guerra a otra, hasta arribar a la más grande de ellas, la misma que llevaría al país hasta el borde de su propia aniquilación.

Un ex presidente se levanta contra quien fue su sucesor inmediato en la silla presidencial y de una guerra a otra guerra, lo hace renunciar a su cargo. Uno que busca apoyos fuera de las difusas fronteras y el otro replicándolo. Rivera apoyado en el respaldo brindado por fuerzas extranjeras no solo enfrenta a Oribe sino que también a sus socios, también extranjeros. El conflicto bélico se iniciaba y lo que hoy lo conocemos como la Guerra Grande (1839-1851), resultó ser el enfrentamiento más significativo y devastador de nuestra historia. Este conflicto civil involucró a las dos principales facciones políticas del país, los blancos y los colorados, y tuvo implicaciones regionales con la participación de potencias extranjeras.

“La guerra grande fue el conflicto más grande que conoció nuestra historia. Un conflicto entre caudillos que culminó en una guerra mundial, donde estuvieron involucrados los partidos argentinos (Unitarios y Federales), Brasil, Inglaterra, Francia y hasta una legión italiana al mando de Giuseppe Garibaldi. La guerra llena tres dimensiones; comienza como un conflicto comarcal, local, luego se vuelve rápidamente regional, para culminar siendo internacional” (1)

El contexto que desató esta nueva barbarie ya lo venimos contando en este espacio: las profundas divisiones políticas, económicas y sociales en Uruguay, las diferencias ideológicas entre las facciones que se exacerbaron alimentadas por las rivalidades personales y ansias de poder de los líderes y también, ¿cuándo no? la manija, manija, manija de los extranjeros que buscaban perpetuar su incidencia en el joven y belicoso país o simplemente defender sus propios intereses comerciales. Más de lo mismo, la misma historia repetida, solo que esta vez, con nuevos protagonistas y en dimensiones más importantes por decirlo de alguna manera.

El resultado, guerra, destrucción y sangre derramada en una lucha que conoció varios escenarios a saber: De 1839 a 1843 se desarrolló en suelos de la Confederación Argentina, etapa marcada por cinco años de batallas ininterrumpidas de un lado y del otro del río Uruguay, de 1843 a 1851 el llamado Sitio Grande y entre 1851 y 1852 la contraofensiva rosista con la derrota definitiva en la batalla de Monte Caseros.

Del período inicial, se pasa a una segunda instancia allá por diciembre de 1842, en ocasión de la batalla de Arroyo Grande que resultó en la derrota de Rivera y sus socios anti-rosistas. Ya para 1843 Oribe invade Uruguay y sitió Montevideo desde 1843 hasta 1851.

La guerra paría de esta manera una situación inusual en Uruguay, dos estados coexistiendo: Montevideo y Cerrito, cada uno con sus propias leyes, sus propias instituciones y sus propios gobiernos y surgirían así los partidos políticos en un país de apenas trece años, marcado por conflictos internos entre antiguos y nuevos presidentes.

Ocho largos años duró el particularmente devastador Asedio de Montevideo. Ocho años de hambre, enfermedades y constantes enfrentamientos, resultando en una forma de vida extremadamente precaria, potenciando el sufrimiento de la población civil y sí, me perdonarán lo reiterativo, más y más muerte.

En quince días seguiremos repasando y analizando con el Profesor de Historia y Comunicador Nicolás Yeghyaian este asedio conocido como EL SITIO GRANDE.

¡Gracias por estar ahí!

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(1) Prof. Leonardo Borges, “Sangre y Barro” pág. 83 y 84.

Comentarios

  1. Si tuviéramos los recursos audiovisuales de otros países, se podría hacer una serie documental sobre estos episodios. Condimentos tiene: intrigas, traiciones, figuras interesantes, intervención internacional. Muy buena la columna.

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    1. Siiiii, otra que 300. Creo que eñ Prof. Borges lo dice en uno de sus libros, solo con el sitio grande o la toma de Paysandú, hay material a rodete! Gracias por seguir la columna.

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    2. "No robarás las botas de los muertos" con el Curro Giménez, Diego Delgrossi como un agente de Venancio y un joven Troncoso en el papel de un oficial brasileño. Qué bien hubiera quedado. Gracias a usté.

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  2. Cómo siempre, refrescando conceptos de forma amena, Tatanka. Gran columna

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