Ver para creer. Lo ví con mis propios ojos. El peso de la Imagen, tiene en nuestra condición humana, un valor superior en nuestro sistema de percepción sensorial, y a su vez, quizás, también, sea el que más podemos engañar con pequeñas triquiñuelas. Iluminación, maquillaje, postura ocasional apócrifa (¡selfie!¡foto grupaaal!), perspectiva, y otras pequeñas tretas que conocen en profundidad quienes trabajan en el área de la imagen (tomado el sustantivo en su acepción “… apariencia de algo”). Es así, que a través de ese proceso físico-óptico-eléctrico que realizan nuestros ojos, vamos dando forma y sentido en nuestra Mente, a todo lo que nos rodea. “Como te ven, te tratan” Esta máxima de la cultura popular, puede aplicarse también al momento de intimidad que podemos tener frente al espejo. En esa relación dialéctica, que nos encuentra cara a cara con nuestra propia existencia, y a través del proceso de autopercepción que va y viene entre contenido y forma, entre apariencia y esencia, entre ceja y ceja se nos forma la idea que tenemos, de lo que somos y/o aparentamos. Y aquí también existen las triquiñuelas, y aquí también aparece, en la existencia del refranero popular “cree el ladrón que todos son de su condición”. Y usted me dirá “pero, ese refrán refiere a que uno piensa que todo el mundo ve las cosas de la misma forma que las ve uno mismo”. Y yo le diré: “Sí. También”. El matiz, en este caso (que si fuera de color sería más Matisse que matiz), es que esa mirada en el espejo, muchas veces (no siempre), permite tener un dejo de otredad, de perspectiva ajena, de creer que “así se nos ve”, olvidando lo que en realidad es sí me ven mis propios ojos, con toda mi carga de subjetividad, anclada a este momento puntual de mi vida”. Pero esa imagen que nos devuelve en ese instante el espejo, tiene un fuerte influjo en cómo voy a salir en un rato por la puerta, llevando en mis retinas la fuerte creencia de que así como me ví, me ven. Cambiando el número (de plural a singular) y persona (de segunda a primera): “Como me veo, me trato” Cóncavo/Convexo. Refracción y Reflexión No hay uno sin el otro. No hay una sin la otra. Es como es famoso repecho de Avenida del Libertador, que, curiosamente, hacia el otro lado, es la famosa bajada del Libertador. Cuestión de perspectivas, o sentidos posibles en una misma dirección (arriba/abajo, adelante/atrás, izquierda/derecha). Es así, que nuestras retinas invierten las imágenes antes de pasar a ser un pulso eléctrico, para que nuestro magín, finalmente las dote de sentido. Quizá por este hecho, tantas veces tenemos la impresión de que el Mundo está patas para arriba. Si duda, pregúntele a sus retinas, por qué esa absurda manía de dar vuelta las cosas. Y si de dar vuelta las cosas hablamos, estos devaneos saltan de atrás de un carro, para retomar el trillo de esta nueva entrega, cuyo sinuoso eje fue trazado en la intención de “sesudear” sobre cámaras y Almas. Sobre esa “antigua” creencia de que las fotos (en principio, porque en estos tiempos si hay foto hay video) nos roban el Alma. Aquí y Ahora. Allá y Antes (o Después) “Cartón donde la vida es rosa imaginada” canta el Crooner, siendo fiel a su enunciado (pero en otro Tema): “Vendrá una mano y volaré de nuevo. Diré otra vez lo que te estoy diciendo”, y así vino mi (tu) mano y voló de nuevo, para decir otra vez lo que ya había dicho el Darno. En ese “antes”, las imágenes de las fotografías se almacenaban en cartoncitos, de mayor o menor tamaño, en colores o en blanco y negro. No podíamos ampliarlas a nuestro antojo, operando con índices y pulgares sobre su superficie. En este ahora, cuando robamos Almas a troche y moche con nuestros dispositivos, podemos ampliarlas, minimizarlas, exportarlas, editarlas, ponerles (sacarles) bigotes, gorros, tatuajes, paisajes, a nuestro antojo, y así luego compartirlas para que otras personas las adoren, o denigren, según su leal saber y entender, estando tantas veces más atentos a la forma que al contenido. Y si de contenidos hablamos, una vez más, Ud, al llegar hasta acá, ha descubierto otra vez el cruel timo en este amasijo de nudos, que forman estos Devaneos Sesudos.
Ver para creer. Lo ví con mis propios ojos. El peso de la Imagen, tiene en nuestra condición humana, un valor superior en nuestro sistema de percepción sensorial, y a su vez, quizás, también, sea el que más podemos engañar con pequeñas triquiñuelas. Iluminación, maquillaje, postura ocasional apócrifa (¡selfie!¡foto grupaaal!), perspectiva, y otras pequeñas tretas que conocen en profundidad quienes trabajan en el área de la imagen (tomado el sustantivo en su acepción “… apariencia de algo”). Es así, que a través de ese proceso físico-óptico-eléctrico que realizan nuestros ojos, vamos dando forma y sentido en nuestra Mente, a todo lo que nos rodea. “Como te ven, te tratan” Esta máxima de la cultura popular, puede aplicarse también al momento de intimidad que podemos tener frente al espejo. En esa relación dialéctica, que nos encuentra cara a cara con nuestra propia existencia, y a través del proceso de autopercepción que va y viene entre contenido y forma, entre apariencia y esencia, entre ceja y ceja se nos forma la idea que tenemos, de lo que somos y/o aparentamos. Y aquí también existen las triquiñuelas, y aquí también aparece, en la existencia del refranero popular “cree el ladrón que todos son de su condición”. Y usted me dirá “pero, ese refrán refiere a que uno piensa que todo el mundo ve las cosas de la misma forma que las ve uno mismo”. Y yo le diré: “Sí. También”. El matiz, en este caso (que si fuera de color sería más Matisse que matiz), es que esa mirada en el espejo, muchas veces (no siempre), permite tener un dejo de otredad, de perspectiva ajena, de creer que “así se nos ve”, olvidando lo que en realidad es sí me ven mis propios ojos, con toda mi carga de subjetividad, anclada a este momento puntual de mi vida”. Pero esa imagen que nos devuelve en ese instante el espejo, tiene un fuerte influjo en cómo voy a salir en un rato por la puerta, llevando en mis retinas la fuerte creencia de que así como me ví, me ven. Cambiando el número (de plural a singular) y persona (de segunda a primera): “Como me veo, me trato” Cóncavo/Convexo. Refracción y Reflexión No hay uno sin el otro. No hay una sin la otra. Es como es famoso repecho de Avenida del Libertador, que, curiosamente, hacia el otro lado, es la famosa bajada del Libertador. Cuestión de perspectivas, o sentidos posibles en una misma dirección (arriba/abajo, adelante/atrás, izquierda/derecha). Es así, que nuestras retinas invierten las imágenes antes de pasar a ser un pulso eléctrico, para que nuestro magín, finalmente las dote de sentido. Quizá por este hecho, tantas veces tenemos la impresión de que el Mundo está patas para arriba. Si duda, pregúntele a sus retinas, por qué esa absurda manía de dar vuelta las cosas. Y si de dar vuelta las cosas hablamos, estos devaneos saltan de atrás de un carro, para retomar el trillo de esta nueva entrega, cuyo sinuoso eje fue trazado en la intención de “sesudear” sobre cámaras y Almas. Sobre esa “antigua” creencia de que las fotos (en principio, porque en estos tiempos si hay foto hay video) nos roban el Alma. Aquí y Ahora. Allá y Antes (o Después) “Cartón donde la vida es rosa imaginada” canta el Crooner, siendo fiel a su enunciado (pero en otro Tema): “Vendrá una mano y volaré de nuevo. Diré otra vez lo que te estoy diciendo”, y así vino mi (tu) mano y voló de nuevo, para decir otra vez lo que ya había dicho el Darno. En ese “antes”, las imágenes de las fotografías se almacenaban en cartoncitos, de mayor o menor tamaño, en colores o en blanco y negro. No podíamos ampliarlas a nuestro antojo, operando con índices y pulgares sobre su superficie. En este ahora, cuando robamos Almas a troche y moche con nuestros dispositivos, podemos ampliarlas, minimizarlas, exportarlas, editarlas, ponerles (sacarles) bigotes, gorros, tatuajes, paisajes, a nuestro antojo, y así luego compartirlas para que otras personas las adoren, o denigren, según su leal saber y entender, estando tantas veces más atentos a la forma que al contenido. Y si de contenidos hablamos, una vez más, Ud, al llegar hasta acá, ha descubierto otra vez el cruel timo en este amasijo de nudos, que forman estos Devaneos Sesudos.
Comentarios
Tal cual con esta afirmacion: Sobre esa “antigua” creencia de que las fotos (en principio, porque en estos tiempos si hay foto hay video) nos roban el Alma.
ResponderBorrarGran Hermano Mundo. El programa OCPP (One Camera Per Person), superó las expectativas, y ya no sabemos a Ciencia cierta, en qué proporción el número de cámaras supera al número de a terricolas.
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