CNdeF - Clase Normal de Física

¡Se viene, se viene!

¡Se juega, se juega!

Una nueva etapa de TPLMP Blog.

He sido convocado por "El Que Te Jedi" Andrés Reyes, Alma Pater (me dijo: ¡Yo, soy tu Padre!) de este proyecto de comunicación que reune almas y almes en pena y lo otre, para sumar contenidos y sintenidos. Esta es mi primera publicación en este blog y estoy realmente muy motivado. ¿Está mául?

¿Por qué "Jaime De La Blanqueada"?

"Jaime", porque soy fanático de Metallica y de James "Papa" Hetfield en particular. Siento que James escribe para mí. El alias "+The Unforgiven+" responde a que The Unforgiven es a mi criterio el mejor tema compuesto por la banda oriunda de San Francisco, y el doble flanco con cruces se debe a mi Fe, que más de una vez me ha rescatado en momentos de flaqueza y debilidad. Te invito a que escuches el tema mientras lees esta primera entrada y si quieres, me sigas en la red social del pajarón de Elon Musk (+THE UNFORGIVEN+).

"De La Blanqueada", porque antes de integrarme a la selecta comunidad de TPLMP, fui escucha de 13a0 y de "El Preguntín" en particular. Y me hice hincha de "Martín De La Blanqueada", incluso antes de saber que era el hermano de un amigo. Ni siquiera vivía en "La Blanqueada", pero adopté el gentilicio de Martín (ahora él ya no vive en La Blanqueada, pero yo sí), para demostrar mi lealtad hacia ese personaje tantas veces victorioso en esa metáfora de la vida que representa ese segmento de la radiodifusión nacionául y pegnaróul.

¿Qué puedo aportar en TPLMP Blog?

• Lectura liviana, pasatista pero con la intención de dejarte pensando... Aunque sea hasta la siguiente entrada de TPLMP Blog.

• Reedición de algunos relatos míos, ironía, sarcasmo, oscuridát, crítica sociául.

• Probablemente algún repaso y análisis de discografía y música.

• Filosofía, epistemología, historia bajo la mirada de este servidor con pretensiones de jumildát.

• Nada de cumbia, algún palo para "Lorredóndo", todo lo que está bien y nada de lo que está mául.

• Mucho Cristian Castro (¡Keónvre! ¡Grabó un video con Asspera!) y nada de Luismi.

Cumplida la previa, vamos a los bifes...

Ah, no... ¡Pará! Bueno, ahora sí...

CNdeF

Clase Normal de Física

Ironía sobre la dictadura de la posesión del conocimiento

La siguiente crónica hace referencia a una realidad tal vez no tan lejana o ausente como nuestra integridad humana quisiera.

Primero, el contexto espacial: una oscura, mortuoria, húmeda y musgosa aula de algún centro educativo (tal vez el musgo fuera el único ser vivo realmente presente en dicho lugar).

Segundo, el contexto temporal: la última clase de un gélido día invernal, ambos factores que atentan contra la correcta conexión sináptica, ante el abrupto aumento de la viscosidad sanguínea que impide la correcta circulación en el ámbito cefálico.

Por último, el contexto social: estudiantes de orientación científica, supuestamente en atenta escucha a quien soberbiamente se autodenomina TRECENTE por sentirse un peldaño por encima de sus colegas DOCENTES.

Resulta que dicho tutor era famoso por sus prácticas pedagógicas, que tenían mucho de prácticas pero tal vez poco de pedagógicas (por las consecuencias del temor que provocaban, sí eran pedo-gógicas, pues los pupilos pasaban la mayor parte del tiempo tratando de controlar la tendencia pavorosa de sus esfínteres y glándulas a liberar los fluidos sólidos, líquidos y gaseosos en ellos contenidos).

Su voz resonó entre los ángulos triédricos del salón, con mayor estridencia que el riff de máxima frecuencia al que pueda aspirar un guitarrista de thrash-metal. Sus fonemas desgarraban el aire al punto tal de ionizarlo.

―Hoy repasaremos algunos conceptos de la Mecánica Newtoniana.

Nadie objetó dicha sugerencia, ni siquiera el recordado científico frutero, por lo que el mentor académico agregó:

―¿Alguno de los presentes podría enunciar la Primera Ley de Newton o Ley de Inercia?

Ante esto, uno de los alumnos presentes, grasosa y graciosamente engominado y con gafas que deformaban la realidad que sus ojos debían percibir, parecía indefectiblemente catalizado para responder, y aludió:

―"Todo cuerpo que esté en reposo o moviéndose con velocidad constante, mantendrá esa condición a menos que se le aplique una fuerza”.

Ante la irrespetuosidad de haber respondido la pregunta en forma correcta, y además, sin levantar la mano, el ONCENTE, sin mediar palabra alguna, imprimió una golpiza al cráneo inicialmente inmóvil del alumno, por lo que la cabeza, respetuosa del principio antes mencionado, acelerándose y modificando su velocidad se separó de su tronco.

Quedaron expuestos parte del cerebro y la tierna médula, saciando al voraz y vampirezco apetito del DIECENTE, que disfrutaba además del goteo sanguíneo, que cual manantial proveniente de las yugulares progresaba hacia su boca humectando al apetitoso bocado.

Luego de deglutirlo, y eructar con pútrido aroma, acotó el NUEVENTE:

―¿Qué dice el Segundo Principio de Newton, o Ley de Masa?

En principio, y en vista de los inmediatos antecedentes, nadie quiso responder, pero una voz tímida y cálida, con intenciones apaciguadoras, se escuchó resonante y vigorizada.

Cabe acotar que la respuesta surgió espontáneamente de entre la mezcla uniforme del alumnado, pero sin la estandarizada autorización del OCHENTE.

―”La relación entre la fuerza aplicada a un cuerpo, y la aceleración en él provocada, es constante e igual a su masa”.

El SIETENTE no pudo identificar al nuevo locutor, por lo que para su nueva demostración llamó a dos de los presentes, que podrían identificarse como Lipídico y Proteico, con contrastantes complexiones.

A ambos, con ayuda de su silla les aplicó un demoledor golpe, pero asegurándose con británica precisión que ambos recibieran la misma fuerza.

Lipídico, de mayor y abultada masa, poco se perturbó ante tal hecho, hasta que escuchó el estruendo de las vigas por el impacto que el cadáver de Proteico (casi sin vida ya antes del suceso), en ellas provocó. Evidentemente la fuerza fue la misma, pero Proteico, verdadero resumen de ser humano con su cuerpo eclipsado por la redondeada silueta de Lipídico, fue quien llevó la peor parte.

El SEICENTE sonrió complacido al ver que los principios se cumplían, aunque ello implicara maquiavélicos fines y justificados medios.

Para no agotarse ni agotar a su sorprendida audiencia, el CINCENTE sentenció:

―Aquí también verificamos la Tercera Ley de Newton o Ley de Acción y Reacción: “dos cuerpos (o mejor, el cuerpo y la pared) que interaccionan entre sí, se ejercen fuerzas mutuas iguales en módulo y contrarias en sentido durante la interacción (por ello el compañero rebotó para luego caer al suelo).

Luego de una pausa restauradora, que incluyó el lapso durante el cual el CUATRENTE atendió una llamada en su molesto e insidioso teléfono móvil celular digital de última generación (el móvil con mejor cámara del momento, OPPO Find X5 Pro, aunque con dificultades para acceder a Gmail por el pésimo servicio de “la empresa de telecomunicación de los uruguayos”) el TRESENTE se aprestó a culminar la clase, sin advertir que un alumno, el más avanzado en términos académicos, había regresado del baño con un recipiente tronco-cónico invertido entre sus manos.

Dicho educando, se adelantó a los sórdidos pensamientos del DOSENTE, y enunció:

―¡Me imagino que hablaremos del Principio de Arquímedes!

Con un salto felino accedió al escritorio del autócrata educador desde su pupitre, y con vehemente violencia hundió la cabeza del UNENTE en el balde con agua, mientras expectoraba guturalmente la siguiente frase:

―”Todo cuerpo sumergido en el seno de un fluido experimenta un empuje hacia arriba igual al peso del volumen de fluido desplazado”.

Pero su demostración del principio fue fraudulenta, pues con la fuerza de su mano impidió que el empuje predicho ejerciera sus efectos, por lo que el profesor, al no flotar su cabeza, vio esfumar su vida con mayor rapidez que la de este relato al reducirlo de la petulante calidad autopercibida de TRECENTE al primitivo adjetivo de UNENTE.
Como corolario, el asesino y DECENTE alumno, dirigiéndose a sus congéneres, agarró el cuerpo, ya sin ánima, por sus cabellos, y parafraseando a Leucipo en “La despedida de Gorgias” (párabola de José Enrique Rodó, quien encabeza esta derrapante publicación), espetó:

“¡POR QUIEN TE VENZA, CON HONOR EN NOSOTROS!”